Arturo Puente
Periodista
JO PUNTUA

La Marta hizo un referéndum

Nos vimos en el barrio de Gràcia, en la cafetería de un teatro, cuando quedaban 15 días para el 1 de octubre. El referéndum está «a les beceroles», me dijo, usando una expresión catalana que literalmente significa que está como aprendiendo a leer con la primera cartilla. Un giro lingüístico que hacía honor a una consellera de Educación que había sido nombrada con el único objetivo de que estuviese dispuesta a jugárselo todo abriendo colegios para que la gente votase.

Pero la Ponsatí tenía mucho más que agallas para abrir colegios. Tenía ideas. «Tenemos que buscar la forma de garantizar que si cae un colegio, el de al lado pueda recuperar el censo para garantizar el voto del caído», me dijo. Es el tipo de caídas en las que piensa alguien que no está pensando en que le pueden caer 30 años en la cárcel y sí que lleva toda su vida imaginándose un referéndum.

El problema de cómo abrir los cerca de 2.300 colegios electorales era otra de las cosas que le rondaba. «Tengo la llave de la mayoría, pero de algunos no. No quisiera tener que abrirlos de una patada», me explicó con una metáfora necesaria para una mujer que entraba en la sesentena.

Los catalanes encontraron el 1 de octubre más de 2.300 colegios electorales abiertos y un sistema de censo universal con el que podían votar en cualquier lugar, aunque un colegio cayera en manos de la Policía Nacional. Clara Ponsatí hoy está en Escocia, reclamada por España con el propósito de meterla en la cárcel 30 años por semejante burla.

Así lo explicó hace unos días ella misma, por teléfono, a una radio en la que yo estaba casualmente. A mi lado, participando de la tertulia, un viejo comunista, con los cascos puestos y los ojos entornados. «¿Por qué lloras?», le pregunté. «Porque estoy oyendo a la Marta». «Querrás decir a la Clara», contesté. «No. Es la Marta», me dijo él. Yo no lo sabía entonces, pero Ponsatí militó con 16 años en el partido comunista, utilizando el nombre clandestino de Marta. El comunista dijo que lloraba por no haber podido derrotar a la dictadura.