EDITORIALA
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La mutación del trabajo, y de la lucha sindical

El trabajo es uno de los principales ejes vertebradores de todos los sistemas económicos que han sufrido o soñado las sociedades occidentales. En el capitalismo, es el principal elemento de redistribución de la riqueza, por no hablar del sistema de valores que regula nuestros juicios, en el que el empleo cumple una función social de primer orden. El trabajo dignifica al hombre es una frase de Marx que podría haber firmado Adam Smith.

Sin embargo, el concepto mismo de trabajo, está sufriendo una colosal mutación. En algunos aspectos, no es más que una regresión hacia el siglo XIX, marcada por una desigualdad desbocada jamás antes conocida. Los datos globales del empleo en Euskal Herria no son malos, sobre todo si, como se acostumbra, la comparación se realiza mirando al sur. Pero los datos globales muestran una caída en picado de la calidad del empleo, que tiene su máxima expresión en el precariado, reflejo de la devaluación del trabajo como elemento redistribuidor. El incremento de las rentas de capital respecto a las rentas salariales constituye la expresión gráfica del fenómeno, al que acompaña un modelo empresarial a menudo depredador que, amparado por las políticas neoliberales, amenaza con dejar obsoletas algunas herramientas de la lucha sindical. No todas, por supuesto; luchas como las de las residencias en Bizkaia o la de Productos Tubulares han recordado recientemente la validez de la huelga como herramienta.

Pero hay más. Los derechos de los trabajadores –y el trabajo mismo– se ven cuestionados por nuevos actores como la robotización basada en la Inteligencia Artificial. Sin entrar en alarmismos sobre la cantidad de empleos que pueden destruir, no hay que ser ingeniero para intuir un futuro en el que muchos empleos humanos podrán ser realizados por máquinas. Discutir si tiene que ocurrir o no es absurdo, porque va a pasar. De la anticipación y la audacia con la que se afronte el fenómeno, también desde la clase trabajadora, dependerá que acabe generando nuevas oportunidades o se convierta en la peor de las distopías.