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Tiempo post-ETA: Euskal Herria hacia su propio Estado


Euskadi Ta Askatasuna ya no existe. Hace tiempo que dejó de realizar acciones armadas y ha transcurrido un año desde su (auto)desarme, pero esta última decisión supone su desaparición como organización y el cierre de una trayectoria de décadas. Ha clausurado así en sentido inverso el ciclo que abrió en pleno franquismo al constituirse como organización primero y dar el salto a la acción armada después.

La desaparición de este agente central en nuestra historia reciente establece un punto de inflexión cuyas consecuencias ahora solo podemos atisbar, pero el paso unilateral de superar la apuesta político-militar ya se formuló y materializó hace años sin que los estados español ni francés hayan dejado de intentar boicotear el proceso. A cada paso de ETA, a cada esfuerzo de la izquierda abertzale o de los agentes –tanto vascos como internacionales– para hacerlo avanzar, han respondido con nuevas exigencias poniendo de manifiesto hasta qué punto habían mentido durante años al prometer reacciones constructivas que siguen sin aparecer por ningún lado.

Hemos aprendido mucho en este tiempo. La apuesta por una política vasca autocentrada implica dejar de esperar lo que decidan en París o Madrid, por eso ha sido la sociedad vasca quien ha protagonizado, contra viento y marea, el proceso de cambio de ciclo. Hay que decir alto y claro, por ello, que estamos ante un extraordinario logro popular.

Todo cambio acarrea duelos, inquietudes e incertidumbres, comprensibles y que debiéramos ser capaces de gestionar con inteligencia, pero de entre todas las emociones que este paso pueda alentar, la nostalgia es la que menos nos ofrece. Ahora toca construir un país más justo, y por tanto soberano, y las movilizaciones que llenan nuestras calles nos marcan el camino. Hace 60 años era la supervivencia como pueblo la que se percibía en peligro. Ahora el reto es dotarnos de nuestro propio Estado. La nueva fase de nuestra historia colectiva ya está aquí.