Victor ESQUIROL
TEMPLOS CINÉFILOS

Esas otras miradas

Por fin salimos de dudas, y cosa extraña en Cannes, respiramos de puro alivio. La organización nos prometió que hoy sabríamos si la justicia francesa iba a permitir o no la proyección de “El hombre que mató a Don Quijote” (proyecto maldito, hasta el ultimísimo momento, del no menos maldito Terry Gilliam), y así fue. Mientras Paulo Branco (coproductor de la cinta y futura persona non-grata en la Croisette) hacía campaña en el Marché a favor de su –censora– postura, Thierry Frémaux, director artístico del certamen, preparaba su golpe final.

Saltó el hombre al escenario de la sala Debussy con el pecho a punto de estallar. Le llenaba el orgullo de la batalla vencida. Agarró el micro con fuerza, comprobó por última vez la información que acababa de llegarle al teléfono móvil y anunció que, efectivamente, los tribunales habían dado luz verde a la película de clausura.

Estalló el público en una celebración que hay que anotar en el marcador de un séptimo arte que, una vez más, y sobre la bocina, logró imponerse a la torpeza y al veneno de algunos de sus compañeros de baile.

Pero nos encontrábamos ahí, no lo olvidemos, para la ver la cinta que serviría para abrir la sección secundaria Un Certain Regard. El último trabajo de Sergei Loznitsa (vaca sagrada de la fauna festivalera) sirvió a tal efecto. “Donbass” siguió la estela de su anterior incursión en el cine de ficción (?), la estupenda “A Gentle Woman”.

Lo que tocó en esta ocasión fueron dos horas de debate sobre el estado de la nación (la ucraniana) directamente surgido del subconsciente de un cineasta tan potente en la puesta en escena como desencantado en el planteamiento de sus tesis. Loznitsa nos sumergió sin piedad alguna en una suerte de parodia macabra en forma película río, cuya corriente tomaba un rumbo u otro dependiendo de las pulsiones oníricas que la gobernaban. Una barbaridad dedicada a la barbarie imperante en una tierra devastada por la corrupción, la avaricia y la degeneración (aberrante a más no poder) de una herencia histórica totalmente desdibujada.

Y como la Oficial se declaró en huelga por un día, seguimos probando suerte (y triunfando) en las secciones satélite. La Semana de la Crítica nos regaló un programa doble memorable. Por una parte, “Wildlife”, más que prometedor debut en la dirección de Paul Dano. El actor adapta con solvencia a Richard Ford, apoyándose en tres actores en estado de gracia (impecables Carey Mulligan, Jake Gyllenhaal y Ed Oxenbould), y en una puesta en escena con las ideas muy claras. Resultado: una sólida e intensa mirada (de miradas) a la entrada en la edad adulta, que bien podría complementar, a la perfección, aquella otra genialidad de Ang Lee, “La tormenta de hielo”.

Después vino “One Day”, de la húngara Zsófia Szilágyi, asfixiante descenso a los infiernos desde las trincheras de lo cotidiano. Una odisea urbana a manos de una madre coraje en la que confluyen el drama social y el íntimo; la medida anticonceptiva y la política pronatalidad. Todo esto en un día. En el film y en el festival. Bendita taquicardia.