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JO PUNTUA

Que nos jodamos, dicen


Dan ganas de hacer un corte de mangas de cojones a los pensionistas y decirles os jodéis», así verbalizó de manera clara y sin el menor asomo de duda, Carmen Martínez Castro, secretaria de Estado de Comunicación, la que le escribe los discursos a Mariano, su mujer de confianza con un sueldo de 112.145 euros. Esos son los deseos del gobierno español para con los pensionistas, las llamadas «clases pasivas»; los que ya no producen beneficios a los amos en forma de plusvalía directa con la que incrementar el Capital y tardan tanto en morir negándose a admitir el fin de su ciclo vital que no es otro que la producción de mercancías para reproducir el sistema. No hace tanto el ministro japonés de Finanzas pidió a los ancianos que «se dieran prisa en morir» pues eran una carga para el Estado.

¿Y de los desempleados forzosos?, «parados» como les llaman. «Que se jodan» gritó la hija del empresario-político y delincuente, –un pleonasmo–, Carlos Fabra desde su escaño de diputada entre los aplausos de los suyos, después de exponer Rajoy los recortes de la prestación de desempleo dentro del mayor recorte presupuestario conocido.

Dos ejemplos de conciencia de clase. Conscientes de quiénes son sus enemigos potenciales; saben, como todos los de su clase, que nuestros intereses objetivos son antagónicos a los suyos. Ellas lo dicen. ¿Lo sabemos nosotros? ¿Acaso es mejor la carta de Fátima Báñez a los pensionistas donde, después de agradecerles su esfuerzo y sacrificio en pos de superar la recesión económica española les compensa con el 0,25% de subida? ¿Es mejor que mientras te joden te llamen idiota?

Y la izquierda española clamando por la transversalidad. Ni izquierdas ni derechas obsoletas, educación y urbanidad ante todo. Asumida la violencia estructural como orden natural y desterrada la violencia de respuesta de los asalariados y de los improductivos; hemos llegado a un punto donde el mínimo cuestionamiento del estado de las cosas ha devenido en terrorismo.

Unos nos quieren jodidos y otros, además, contentos.