Las autoridades de EEUU elevaron a 13 el número de heridos en el tiroteo en un instituto de Santa Fe (Texas), en el que murieron diez personas, el más grave en EEUU después del sucedido el 14 de febrero en una escuela secundaria de Parkland (Florida, y que generó un gran debate sobre el control de las armas en el país.

Precisamente, jóvenes supervivientes de esta matanza volvieron a pedir a los políticos que tomen medidas para evitar que se repita este tipo de suceso. Uno de ellos, David Hogg, lamentó que durante las próximas dos semanas los dirigentes aparecerán en los medios «actuando como si les importase lo sucedido» aunque que en realidad lo «único que quieren es aumentar su índice de aprobación».

Mientras, las autoridades tratan de aclarar qué llevó a Dimitrios Pagourtzis, un joven de 17 años a causar una masacre entre sus compañeros. Los estudiantes comentaron que les resultaba «inimaginable» que cometiera estos actos.

En su primera declaración ante un tribunal, reconoció la autoría de los hechos y dijo que su plan era suicidarse tras la matanza, pero finalmente no tuvo coraje para hacerlo. Además, según fuentes judiciales, admitió que evitó disparar a las personas que le caían bien, para que después ellos pudieran contar la historia.

Las autoridades le confiscaron explosivos caseros que no estaban listos para ser detonados.