Iñaki ZARATIEGI
MÚSICA

Luminosa nocturnidad

Sin variar su propuesta, Sílvia Pérez Cruz crece. Concita mayor eco público (llegaba de Japón) y llenó el Kursaal en tarde laborable. Con la habanera familiar “Vestida de nit” tituló el disco y la gira que ya termina. Negro profundo fue el ambiente escénico en muchos tramos, de largo oscuro vistió la cantante y color carbón lucieron los momentos más hondos del recital, cuando la sensible intérprete de Palafrugell encaró el escalofrío (su emblemático “Corrandes d'exili” o “Mañana”, de Ana Mª Moix).

El repertorio sumó temática tradicional (la copla “Las cinco Farolas” –novedad de la gira –, la venezolana “Tonada de luna llena” o el fado “Estranha forma de vida”).

Revisó modernidades (un “Hallelujah” de Leonard Cohen con poco brillo o “Carabelas nada” de Fito Páez). Jugó con lo flamenco (“Estrella”). E inyectó luminosidad festiva propia (“Ai, ai, ai”), viajando a Perú y Brasil o con un divertido cocktail de hits radiofónicos. Su público se rompió las manos en la denuncia “No hay tanto pan”. Y plegó velas con el intenso “Gallo rojo, gallo negro” de Sánchez Ferlosio.

Sin novedad mayor en su caleidoscópico sentido de la canción, en su afronterizo repertorio vocalizado con inmensa entrega, disfrutando físicamente del trance vocal y repartiendo contagiosas naturalidad y simpatía, no reñidas con un saber estar de estrella consagrada. Acto cantor puro, arropado con un rico y matizado formato a la cuerda.

Tras esta intensa etapa, la chica del Ampurdá tiene todo un horizonte abierto.