Fuera de juego

La suspensión del partido de fútbol entre las selecciones de Argentina e Israel se debió, según el presidente de la Asociación de Fútbol Argentino, Claudio Tapia, a «amenazas» y a la «obligación de garantizar la integridad física de nuestra delegación». Pero su vicepresidente, Hugo Moyano, añadió que «se ha hecho lo correcto, no valía la pena. Lo que pasa en esos lugares, donde matan tanta gente, como ser humano no se puede aceptar de ninguna manera».

Como dos comentarios sobre un fuera de juego en la misma jugada en un partido.

Cuando unos días antes Shakira también suspendió un concierto en Tel Aviv, la versión oficial fue que la cantante no tenía prevista la actuación, a pesar de que fue anunciado durante días por los medios israelíes y de que la agencia Ticketsi advertía a sus fans de que pronto las entradas estarían a la venta. Más claros fueron la actriz Natalie Portman o el cantante Gilbergo Gil, que aludieron sin rodeos a las atrocidades del Estado sionista.

Con mayor o menor (o ninguna) adhesión explícita, la campaña por el Boicot, Desinversión y Sanciones va extendiendo su influencia, algo nada fácil ante la presión de Israel que promueve esas actividades como cuestión de Estado y lavado de imagen. Hasta el punto de que se empieza a poner en duda que el próximo festival de Eurovisión vaya a celebrarse en Israel si insiste en llevarlo a Jerusalén

En lo que nos toca, y aunque no fuera con la militancia de Roger Waters, va siendo hora de cuestionar el recibimiento oficial en Euskal Herria al equipo de baloncesto que abandera «ese lugar donde matan tanta gente».