Pello Bilbao levanta los brazos en los últimos coletazos de una primavera casi inexistente en lo meteorológico pero larga y espléndida para el gernikarra. Enlazando una carrera tras otra desde la Itzulia, el corredor de Astana se ha codeado con los mejores en todas. También en esta Dauphiné, de la que se va a despedir con el triunfo en la etapa reina, similar a la que se disputará en el Tour dentro de poco más de un mes. 110 kilómetros entre Frontenex y La Rosiere que Bilbao culminó en solitario, superviviente de la fuga del día, con un puñado de segundos sobre Geraint Thomas.

En una jornada mínima en kilometraje pero con casi 4.000 metros de desnivel, los movimientos comenzaron pronto. Con la Montée de Bisane, Categoría Especial, como entrante, Warren Barguil prendió la mecha. Se le unieron otros 26 corredores, incluyendo a Bilbao, que ya no dejaría la cabeza de la prueba hasta el final pese a que la ventaja de los fugados –cuyo número menguó rápidamente– nunca inclinó las apuestas de su lado. Los hombres de la general esperaron más pero también probaron. En Roselend, penúltimo ascenso, se marchó Latour y en la bajada su líder Bardet. Thomas había perdido compañeros pero Sky les dio caza igualmente. También a los últimos escapados, excepto Bilbao, en el arranque de la Rosiere. Probaron entonces Soler, Martin y Yates pero ni atraparon al gernikarra ni distanciaron al líder. Thomas, de hecho, repitió su actuación de la víspera, marchándose de sus rivales a poco menos de un kilómetro. Lo justo para robarles otro puñado de segundos mientras, ya en la meta, Pello Bilbao alzaba los brazos para celebrar su segundo triunfo del año tras la etapa en el Tour de los Alpes. «Ayer estuve mal pero hoy tenía buenas piernas –explicó el ciclista vizcaino–. Es duro mantener la forma tras el Giro pero si mentalmente lo consigues es más fácil».

La carrera se despide hoy con 136 kilómetros entre Moutiers y Saint Gervais y cinco puertos de montaña.