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DE REOJO

Mundial


Digan lo que digan, se está celebrando el Mundial de Fútbol en Rusia. El partido inaugural fue una apoteosis democrática simulada: el equipo anfitrión contra Arabia Saudí. En el palco principal, los escoltas se hicieron un muro y se chocaban las armas ligeras y los fusiles. En el borde del campo de juego un detalle: niñas recogepelotas. En el césped una fiesta a ritmo de balalaika. En las audiencias un susto. La ceremonia de inicio, excesiva, como casi todas. Tenemos sobrecarga futbolera.

Y con muchos rangos de intervención. Julen Lopetegui mencionó a su madre. Y comparó la muerte de ama, con su despido de la Roja. Los dos días más tristes de su vida. Unos sollozos impostados. Sin solución de continuidad aseguró que era el día más feliz de su vida. Estaba con Florentino Pérez, un capo de capi. Era presentado como nuevo entrenador del Real Madrid de España. Coincidía este acto verbenero, con coro de aplaudidores y chupópteros paniaguados, con el inicio del Mundial. Pero a Florentino le parece que es más importante su fichaje, que su traición. Y defiende a Julen, y critica al presidente de la federación con una virulencia culposa. No existe parangón. Y yo mantengo que Julen Lopetegui tiene difícil llegar a comerse los turrones siendo el juguete barato de recambio de Florentino. Al tiempo.

  El lenguaje empleado estos días por los periodistas del fútbol está cargado de acentos políticos, perdidos en un sentimiento patriótico rebajado por la situación prefabricada por la ambición del rey de las concesiones públicas. Que no te engañen, los que dicen que no, son los que seguramente sí están viendo los partidos del Mundial. Aunque sea Irán contra Jamaica. De aquí a un mes, hablamos. Las banderas ahora flamean bajas. Seguimos pendientes del consejo de ministras. O de la alineación de Uruguay.