Tomatazos
Esa fiesta que se ha convertido en demasiado mediática, que congrega a miles de turistas y que consiste en malgastar ciento cuarenta y cinco mil kilos de tomates maduros, la famosa “tomatina” de Buñol, empieza a parecer una salvajada parecida a la de lanzar cabras desde un campanario. Aquí son jóvenes enfebrecidos por hacer puré de tomate con sus cuerpos. Y la cobertura mediática es casi, solamente casi, tan asfixiante, que la obsesión de Zipi y Zape por salir todos los días en los noticiarios diciendo alguna mentira para tensionar mucho más a la sociedad, especialmente a la catalana. Lo de Arrimadas y Albert, todo por España, Zape cortando lazos amarillos en un pueblo del barcelonés ante las cámaras es fruto de una estrategia de comunicación que roza la agitación trumpiana o trumpista. Lo curioso es que no nos dan las imágenes de diez minutos después, con todos los lazos repuestos por los vecinos. En fin. A tomatazos me liaba yo con tanto lacito. Y lo de Buñol, que pase por favor por un comité de ética festiva.
Las imágenes que nos han impactado de una manera especial son las de barcos pesqueros franceses y británicos, enfrentándose en el Canal de la Mancha, de noche, y con una virulencia que parece sacada de otros siglos. El Brexit y la Grandeur a golpes de timón. Parece que es un litigo antiguo, pero lo que nos ha llegado ahora son abordajes como de piratas. No pinta bien. No sé si les iría mejor a tomatazos o a sardinazos. Tampoco pinta nada bien la manifestación de neonazis en una ciudad alemana. Agresiones a los emigrantes, saludos brazo en alto de los que dan miedo. Se está visualizando la extrema derecha europea de una manera creciente, que no presagia nada bueno. Lo hacen usando sus banderas nacionales como reivindicación. España está en el mismo orden de tomatazo.