SEP. 14 2018 IKUSMIRA Las dos banastas del PNV Martin Garitano Periodista Ahora que los partidos de la CAV discuten sobre el nuevo status para las tres provincias –tema de alta tensión política e indudable dimensión estratégica para el conjunto de Euskal Herria– los de siempre vuelven a hablarnos de las dos almas del PNV, la que representaría Iñigo Urkullu, reacia a movimientos en clave soberanista y la otra, expresada ahora por Markel Olano, a modo de quintaesencia del abertzalismo. No es nueva la jugada. Antes ya la interpretaron otros. Joseba Egibar y José Antonio Ardanza, por ejemplo. Y en tiempos de Lizarra-Garazi, Iñaki Azkuna y Ollora. Y por encima de todos ellos estaba Arzalluz, que los lunes, miércoles y viernes apostaba por unos y los martes, jueves y sábados por los otros. Los domingos eran de botas chirucas, medias altas y soflama contra los michelines para tranquilizar a la parroquia. Pero no me gusta la explicación de la errática política jelkide durante tantas décadas en función de almas o espíritus. Demasiado esotérico y sencillo para justificarlo todo. La verdad es que, visto lo visto durante tantos años, me inclino por imaginar dos banastas y no dos ánimas. Dos cestorros bien cargados que se compensan y mantienen así en equilibrio a un burro que, terco y comodón, no se mueve. De lo que se trata no es de descompensar al asno y hacerle caer, sino de obligarle a que se mueva. Hay que tirar del ronzal para que eche a caminar. Y, a ser posible, en la dirección que marcan los propios estatutos del partido. Y el que se quiera bajar del cestorro, pues que se baje.