Impétigo
En un tiempo, en un lugar, donde las estrellas se desvanecen y las ilusiones se convierten en letras al portador, allí donde no hay ni unas gateras por donde escabullirse, va y llega una bacteria, un estafilococo, que crea una enfermedad de la piel y la llaman impétigo. Y esto sucede en escuelas catalanas. Y se transmite tópicamente, y nadie sabe cómo explicar el nombre, ni el uso, ni las causas ni la medicación tras el diagnóstico. O sea, estamos esperando, otra vez, el milagro. Y ya se propone Aznar para convertirse en el caudillo de la miseria moral, intelectual y cultural.
Pendiente del impétigo, en plena alerta por su facilidad contaminante, me deconstruyo televisivamente comprobando cómo de manera insistente GH VIP acapara audiencias, bate récords, anula a la competencia. Es un síntoma, es una bacteria llamada Vasile, es decir, llamada Berlusconi, es decir, llamada penetración ideológica desmovilizadora. Al servicio objetivo de las clases reaccionarias. La incorporación a nuestra realidad individual de las cuitas de unos intrascendentes individuos convertidos en su ratonera en agentes de la imbecilidad acomodada contagiosa. ¿Para qué estudiar si haciéndote de un partido político o famoso, vas a lograr ascensos desmesurados en la vida social y económica?
Arabia Saudí es un estado terrorista, pero los denunciamos con la boca pequeña, nos guardamos la ética para proclamaciones electorales porque existen contratos previos, porque el suegro de Urdangarin tiene negocios con esa monarquía medieval y les seguiremos entregando armas de represión masiva. El petróleo ya no mancha. Ni asesinar y descuartizar a un periodista crítico con el régimen totalitario. Estos golfos del sistema español solo temen a la libertad. Con lo oscuro, censor y criminal se sienten identificados. Son impétigo puro.