OCT. 27 2018 DE REOJO Sin gluten Raimundo Fitero Estoy investigando mucho, tengo algunos acercamientos y muchos fracasos, porque me encantaría escribir artículos sin gluten. Cuesta. Hay que ponerse a la moda. Pedir perdón es un acto de reparación de lo irreparable: Rodrigo Rato está en prisión, seguramente en una celda con jacuzzi. Pero en el talego. Y a la puerta del penal, allá donde se puede hacer una asamblea de exmiembros de la banda de Aznar-Casado, pide perdón. Lágrimas de cocodrilo. Un rito. Más allá de toda coyuntura, es un símbolo de la rapiña, del asalto a las cuentas del Estado, que parece recibe un reproche legal, bastante significativo. Los apologetas del sin gluten, no lo aplaudimos. Solamente nos regocijamos por debajo del labio superior. Y además de perdón, si devolviera todo el o parte del dinero robado, la justicia sería más esbelta. Chicote anda con y sin gluten, depende. Pero logrando unas audiencias de fliparlo, como diría el cocinero reconvertido en reportero. Su primera entrega de “¿Te lo vas a comer?”, la de los comedores de las residencias de ancianos, ha logrado la dimisión de la directora rebelde y se llevará una denuncia por robo. Es decir, lo que todo reportero sueña, que su trabajo trascienda. La segunda nos demostró que hay atún rojo, ilegal. Advierto que considerar a un atún ilegal excede mi vocación de escribir sin gluten. No pueden existir ni personas ni atunes ilegales. Hace algún tiempo, en otro programa, un cocinero hoy con alguna estrella Michelin explicó que cuando era estudiante iba a comprar atún rojo para ensayar y un día descubrió que era atún, o túnido cualquiera al que teñían con sangre de pollo. Lo que nos contó Chicote tenía muchos más matices. Hay un mercado de atún rojo y unas toneladas fijadas, y otras que están fuera del cupo. Se crían en granjas marinas. También se pescan en abierto por almadraba. Sin gluten.