El Imitador
La historia de la imitación está repleta de momentos realmente increíbles por sus logros. La confusión, la aproximación, el mimetismo, la capacidad para captar gestos o acentos, que no tienen por qué ser exactos, sino simplemente evocativos. La inmensa mayoría varones, actores con esta facilidad, pero desde hace años en nuestras pantallas y radios aparece uno que rompe con la tradición y alcanza unos niveles inverosímiles porque logra casi clónicos, y en muchas ocasiones, se enfrenta a sus imitados en vivo y en directo consiguiendo unas situaciones paradójicas porque parece que estemos ante un espejo, pese a que es más alto generalmente que sus imitados. Me refiero a Raúl Pérez, yo lo veo con frecuencia en “Late motiv” de Buenafuente, donde o hacen un programa de radio bastante dinámico y en el que el porpio director hace de las suyas imitando a algún conocido personaje, fue magnífica la de Antonio García Ferreras, clavado, o cuando aparece disfrazado de diversos personajes icónicos, y con algunos se enfrenta en plató. A mí me deja bastante sobresaltado la imitación que hace de Pablo Echenique, el político en silla de ruedas de Podemos. Es algo que une a su dificultad, los problemas de hacer bromas con un discapacitado, pues consigue, de verdad, emocionar, recordarlo de manera brutal, hacer bromas, confundir y lo hace física y oralmente. Roza la perfección. El otro día apareció en Cuatro, junto a Manu Carreño, y desarrolló una serie de personajes del mundo del deporte, y volvió a demostrar una facilidad que escapa a lo establecido, a lo lógico, a lo que podríamos considerar mensurable, tiene un don excepcional, excede a lo que hemos visto hasta la fecha, es algo muy parecido a un milagro, a una genialidad técnica, una rapidez mental y una disposición humorística fuera de serie. Es el Imitador.