David GOTXIKOA
MÚSICA

Un regalo por anticipado

Sílvia Pérez Cruz es la voz más conmovedora que puede escucharse ahora mismo en el Estado. Da igual que adapte a Luis Gonzaga (“Asa Branca”), Paul Simon (“The Sound of Silence”), Radiohead (“No Surprises”) u Ornette Coleman (“Lonely Woman”). Al igual que ocurría con Nina Simone, resulta inútil hablar de estilos cuando ella es un género en sí misma. Artistas que penetran en el alma de la canción popular, la habitan y nos invitan a vivir allí con ellas. No queremos regresar de aquel lugar, como ocurre con esas personas en cuya presencia nos sentimos mejor. En esta gira asistimos a su encuentro con Marco Mezquida, posiblemente el pianista más brillante de la escena de jazz actual. Dos músicos singulares que se han reconocido el uno en el otro, comparten una forma similar de entender la música como estado emocional y disfrutan juntos. Sus conciertos son un regalo que se ofrecen y nos dan, el tipo de obsequio con el valor especial de las cosas breves: un romance de verano que languidece apasionadamente. Es un gozo asistir a este juego de afectos y complicidades donde, conforme avanzan los minutos, lo autorreferencial deja paso a un éxtasis musical insólito, tan luminoso y delicado como intenso.

El público que abarrotó el Arriaga así lo entendió y se entregó, respondiendo de manera entusiasta a interpretaciones canónicas de “La Llorona”, “My funny Valentine” o el inevitable “Pequeño Vals Vienés” final, que la catalana ha hecho definitivamente suyo. Lorca, Cohen, Morente y Lhasa de Sela reviven para bailar con ella. Con todos y cada uno de nosotros. Milesker.