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EDITORIALA

Una traba menos para la libertad de presos enfermos


El final de un año suele ser tiempo de balances. En lo que respecta a la política penitenciaria se constata que durante el curso que ahora acaba se han producido algunos cambios; cambios pequeños pero significativos ya que han abierto grietas en el muro de trabas construido durante muchos años. Así lo recordaron ayer en la marcha a la cárcel de Martutene organizada por Kalera kalera. Esos pasos tímidos y titubeantes muestran que los enemigos de la paz todavía condicionan de manera importante las decisiones Ejecutivo español, que desde junio está en manos de un PSOE que llegó al Gobierno afirmando que aplicaría una nueva política penitenciaria que no termina de implementar.

Así, ayer se filtró que el Ministerio del Interior ha aprobado una nueva instrucción para estandarizar el protocolo que se utiliza para valorar el estado de salud de los presos enfermos. Una instrucción que, de entrada, elimina una importante traba ya que deroga expresamente la anterior que preveía la excarcelación solamente en el caso de que la posibilidad de muerte fuese inminente. Sin embargo, mantiene el pronóstico de vida estimado, aunque se incorpora una valoración de la calidad de vida que deberá hacerse siguiendo el índice de Karnofsky, una escala ampliamente usada por los médicos. De esta forma se añaden criterios científicos que matizan y complementan la valoración sobre el tiempo de vida estimado.

Probablemente el Gobierno de Sánchez haya cambiado de criterio presionado por la polémica creada en torno a que se mantenga en prisión preventiva del exdirigente del PP, Eduardo Zaplana, enfermo de leucemia. Sea cual sea la razón, humanizar y dignificar el trato a los presos, y especialmente a los presos enfermos, es siempre un avance para cualquier sociedad. El cambio de criterio refuerza asimismo la importancia que tiene la movilización popular y la presión social para acabar con una política penitenciaria que además de contraria a la legalidad es inhumana.