Siempre que hay un torneo en disputa al mejor de cinco sets, Rafa Nadal suele tener todas las de ganar debido a su físico y a su facilidad para intimidar a sus rivales. Ayer, en cambio, nada de eso le valió ante un Novak Djokovic que le venció con contundencia en la final del Abierto de Australia por un claro 6-3, 6-2 y 6-3. El número uno mundial sella, así, el tercer Grand Slam consecutivo tras coronarse en Wimbledon y US Open en 2018.

Mientras, con esta derrota, Nadal no podrá convertirse en el primer jugador de la Era Open en conseguir cada uno de los campeonatos major por partida doble. El serbio supera con el título, los seis del suizo Roger Federer y del australiano Roy Emerson como jugadores con más títulos en Melbourne Park, y lidera ya en solitario esta lista.

Con las ideas muy claras

Ayer, Djokovic se impuso a Nadal con un colosal servicio, sin cederlo en una sola ocasión. El serbio desveló desde el primer minuto cuáles serían sus intenciones para el resto del choque y endosó un 3-0 inaugural tras conseguir una tempranera rotura en el segundo juego a pesar de la tímida reacción posterior del jugador balear.

En la segunda manga Djokovic no se dejó intimidar con un Nadal más agresivo y en el que sería el parcial definitivo, una nueva rotura en las primeras de cambio por parte de Djokovic enterró cualquier esperanza de un Nadal que no se sintió tan cómodo con su servicio, después de que fuera una de sus armas más eficaces en las anteriores rondas del torneo aussie.

«Este partido está en la cima de todas mis finales de Grand Slam», resumió Djokovic al final del encuentro y ya mira a la temporada de tierra, donde admite que tendrá que perfeccionar su juego para aspirar a ganar el título de Roland Garros.