La pelota no dobla
Histórico partido en la liga boliviana a 4.150 metros de altitud, aunque no tan vistoso como el 6-2 que le endosó el Feyenoord al Ajax.
«Es bastante difícil explicarle que la pelota no dobla en la altura». La histórica frase la pronunció el entonces seleccionador argentino Daniel Passarella, el mismo que en cierta ocasión llegó a ordenar a sus jugadores que se cortaran el pelo porque se distraían tocándoselo o no serían convocados, a lo que Maradona le contestó: «Passarella, vos querés que los jugadores se corten el pelo porque se lo tocan mucho, entonces si se tocan lo huevos ¿qué hacés?». Argentina había perdido 2-0 ante Ecuador y la pelota no doblaba aquel 2 de junio de 1996, en el estadio Atahualpa de Quito, a nada menos que 2.850 metros de altitud. En 2007, la FIFA prohibió disputar partidos internacionales a más de 2.500 metros por encima del nivel del mar, aunque a posteriori a alguna selección ya le tocó rendir visita a Bolivia en el estadio Hernando Siles de La Paz, a 3.601 metros. Pero este fin de semana hizo historia un club del Altiplano boliviano fundado en La Paz en 1933 pero que trasladó su sede a la ciudad de El Alto, donde se ubica la cancha más alta del planeta de una primera división de fútbol, el estadio conocido como Coloso de Villa Ingenio, a 4.150 metros sobre el nivel del mar. Fue allí mismo, con el vigilante Huayna Potosí nevado de 6.088 metros en el horizonte, en donde el Always Ready se presentó ante su numerosa y acérrima hinchada en lo que fue su regreso a la máxima categoría del balompié nacional.
El fútbol boliviano ha dado lugar a nombres un tanto llamativos y peculiares, caso de The Strongest, Blooming, Destroyers, Fígaro, Olimpic, Stormers... El que nos ocupa es un club que tomó como propio el lema de los Boy Scouts, que salió victorioso ante los sugeridos de Los Locos del Parque, Petit Club, Los Demonios del Prado, L’Aiglon (La Pequeña Águila), White Star o Blue Star. Estamos ante un histórico que aunque no sabía lo que era jugar al máximo nivel desde hace 27 años, no solo fue campeón en la década de los cincuenta, sino que es el único equipo del país en haber hecho una gira europea en los años sesenta y enfrentarse a equipos de la talla de Sevilla, Southampton, Hamburgo, Anderlecht, Olympiakos, Panathinaikos, CSKA Sofía o Hertha Berlín, entre otros. En 1937 llegó a jugar un partido en suelo chileno con un once en el que su guardameta se llamaba Mario Urriolagotia, apellido ligado al país sudamericano y que dio nombre a un presidente, Mamerto Urriolagotia, entre 1949 y 1951, responsable de algunas sonadas masacres.
Prohibido borrachos en el campo
El récord histórico de fútbol profesional jugado en altura tuvo lugar en el estadio peruano Daniel Alcides Carrión, donde el Unión Minas, de Cerro de Pasco, llegó a jugar en la primera división a 4.380 metros de altura entre 1986 y 2001. Este sábado, la ciudad de El Alto, fundada hace solo 33 años pero la segunda ya de más población de Bolivia, se volcó con los suyos. «Estamos a los pies de los cerros, es como jugar frente a la cordillera», ilustró Fernando Costa, presidente del equipo recién ascendido.
Colas interminables, riachuelos que cruzar, calles embarradas, vuvuzelas, familias enteras, salchipapas calientes, enrollados de chancho y chichorrones de pollo, balones lanzados a la grada en el descanso del partido, 25.000 espectadores abarrotando las gradas de este moderno estadio de césped sintético certificado solo una semana antes por la Federación boliviana, un fenómeno social en esta urbe de mayoría indígena y popular. Su ‘barra brava’, los llamados Chapulines de Always Ready, hicieron pública una octavilla en la que avisaban a los seguidores del rival Club Wilstermann –en el cual llegó a militar el gran Jairzinho en los años ochenta– de que no les dejarían acceder al campo «debido a sus malas actitudes», advirtiendo de que en El Alto «no permitimos borrachos, no permitimos delincuentes, no permitimos gas pimienta y el estadium no se destroza».
El Kilmarnock, segundo
El ‘millonario’ boliviano, cuyo uniforme es similar al del River Plate argentino, acabó empatando en presencia del presidente Evo Morales, futbolero y con fama de buen jugador, pasión que le ha llevado a jugar con Maradona, mandar construir canchas en cada rincón de la patria, hacer que el canal del Estado transmita todos sus partidos cual estrella deportiva, construir un museo en el que exhibe las camisetas de fútbol que le regalaron y viajar a la inauguración de tres Mundiales.
En El Alto la fiesta en torno a este debut se festejó, nunca mejor dicho, por todo lo alto. Como en su día celebraron en un pequeño pueblo en los alrededores de Glasgow y de nombre East Kilbride el haber batido el récord de victorias consecutivas en poder del Ajax de Johan Cruyff desde 1972. Fue un 5 de noviembre de 2016, y el club, de la quinta división del país, lo festejó tras el pitido final sorprendiendo a sus jugadores con una furgoneta de la que descargaron 27 cajas de cerveza, tantas como triunfos, y un vídeo donde el exportero Erwin van der Sar, director entonces de marketing del club de Amsterdam, les felicitaba por su hazaña. El Libro Guiness de los Récords reconoció el hito, pero eso no impidió dar buena cuenta de los litros y litros de lúpulo y cebada.
Estos días, a apenas cuarenta kilómetros de dicha población surgida tras la Segunda Guerra Mundial ante la necesidad de mano de obra industrial, se frotan los ojos con el papel de su equipo de fútbol, el Kilmarnock, el club profesional más antiguo de Escocia, con sólo una liga en su historia, en 1965, una población que cabría en el estadio Celtic Park y aún sobrarían más de 10.000 localidades, y que esta jornada ganó al Glasgow Rangers de Steven Gerrard y se coloca segundo en la tabla.
Un capítulo más de la temporada más apretada y competida que se recuerda en la liga escocesa. Nada que ver con la holandesa, donde el Ajax no solo perdió la oportunidad de seguir al acecho del líder PSV Eindhoven –con el que acaba de debutar un zurdo de 16 años apunten, Mohammed Ihattaren–, sino que salió escaldado en la ‘bañera’ de De Kuip. Los ajacied salieron goleados 6-2 ante el Feyenoord de un Robin Van Persie que marcó, tercera vez que les endosan media docena en lo que vamos de siglo. Por cierto, el flamante fichaje barcelonista Neil De Jong no es canterano del Ajax; se formó en el Willem II, que ahora se va a llevar unos 8 millones de euros porque acordó un 10% de futuras ventas, cantidad que jamás se gastó sumando todos los fichajes que hizo en su historia. Y es que, como diría el inglés David Beckham, «mis padres han estado conmigo apoyándome. Incluso desde que tenía 7 años». Como para que la pelota no doble...