Raimundo Fitero
DE REOJO

48.121

Escuchar desde por la mañana varias veces repetido este número: cuarenta y ocho mil ciento veintiuno, es un aliciente para saltarse el zumo de limón y empezar por los huevos con txistorra. Y seguían con exactitud de cerrajero de urgencia en diversos medios repitiéndola: cuarenta y ocho mil ciento veintiuno. Hasta que aterrizando de manera forzosa en la realidad se descubre que es el número de personas que acudieron al campo de fútbol de San Mamés, para presenciar un partido de fútbol de la eliminatoria de cuartos de final de la copa de la cuñada de Urdangarin, entre Athletic y Atlético. Es decir, se trata de un partido de fútbol femenino. Y la cifra se repite porque es récord histórico de asistencia a un partido entre mujeres profesionales del balompié, a nivel europeo; no mundial.

De verdad, lo vi por la tele un buen rato. Perdieron las jugadoras del Athletic. Fue un partido vibrante. En las plataformas de pago, siempre hay algún canal que ofrece partidos de la Liga profesional femenina, y de todos los campeonatos, porque también hay campeonatos europeos y competiciones de selecciones. Se ven, normalmente, campos con muy poco público, pero en la catedral, se batieron récords, se consiguió un ambiente copero de primer nivel. Se recuerda que el equipo del Athletic femenino ha cosechado en años precedentes grandes éxitos, pero que nunca han sido considerados por la directiva lo suficientemente importantes como para sacar la gabarra por la ría para celebrarlo. El micromachismo opera de millones de formas.

No voy a interrumpir mis disquisiciones sobre fútbol y política, porque estamos ante una evidencia de su capacidad para visualizar realidades y ayudar, tangencialmente, a variar concepciones sociales. Y el fútbol es piedra angular, por su utilización populista y ser identitario.