Raimundo Fitero
DE REOJO

Grotesco

En estos tiempos donde los adjetivos sustituyen a los sustantivos por falta de argumentación, dar un título a lo sucedido ayer en Madrid es un empeño de guardabarreras de tren de montaña. No es necesario relato, simplemente interpretar sin traductores lo que se vio, lo que se dijo, cómo se movieron los supuestos líderes y la repercusión real de lo sucedido. Analizar el conjunto, o se hace desde la inercia cavernícola, es decir sin importar para la nada la realidad, o se hace desde la distancia de la estadística geométrica, la semiótica o el lenguaje de signos y salen las mismas conclusiones: fue algo muy grotesco.

Cuarenta y cinco mil españoles de verdad que dejaron los balcones por las calles, con todo lo proclamado, es una cifra que retrata un fracaso absoluto. Con autobuses desde todas las esquinas de la península, dan para una buena foto aérea, para aumentar la venta de rojigualdas y para que todo el sistema de la crispación mediática siga mintiendo y manteniendo la creencia de que ya han derrotado a Sánchez. Y no hicieron otra cosa que malgastar energías, retratarse como lo que son, una poca cosa política y que, además, organizaron el acto de manera fatal.

Datos importantes: Mario Vargas Llosa va de la Presley al pistolero de Amurrio en prosa. Miguel Valls es mucho más tonto, insolvente y chaquetero de lo que parecía. Que a Zape Rivera le da cosa fotografiarse con Abascal y que a Zipi Casado le da lo mismo, porque no sabe ni dónde está enmarcado. Otra cosa es el énfasis, la violencia usada de los tres periodistas del pesebre ultra. Cada uno en su tramo se emplearon a tope para que las mentiras que soltaron parecieran verdades bíblicas. Los tres salen en la tele. Y uno trabaja en OK-Diario. Para despejar dudas. La tertuliana de La Sexta fue la más entregada a la causa.