Raimundo Fitero
DE REOJO

Rechazo

Las rotondas forman parte del discurso. Son acentos en la movilidad, en la línea recta, en la distribución de las intenciones. Nadie puede ir de un lugar a otro sin pasar por la discrecionalidad de un concejal que puso una docena de rotondas. Rechazo todas las rotondas que no contengan secretos. Me ofenden las rotondas seriadas, que simplemente ayudan a no creer en el progreso. En cambio, las rotondas singulares, las que acumulan un sembrado con frutos exóticos, granjas de animales secuestrados o esculturas de pésimo gusto contribuyen a la crispación, pero a la vez cambian el punto de vista. 

¿Quién inventó la primera rotonda de asfalto? ¿La registró y cobra derechos de autor? Algunos las descubrimos durmiéndonos en las tardes veraniegas viendo la retransmisión Le Tour. Y un día nos encontramos con una a la salida del polígono. Y a los meses, una en cada cruce. Y nos sentimos concernidos. Acusados. Maltratados. Todavía hay dudas razonables para entrar, salir, circular, avisar o no de la salida que vas a tomar. Solamente la chica del GPS nos alivia algo dándonos órdenes binarias. 

Resulta que ando perdido en una rotonda televisiva y política con demasiadas salidas falsas, muchas en dirección contraria, otras que te devuelven a la misma rotonda. Y me provoca un rechazo irremediable. Obispos, Arrimadas; militares, Arrimadas; fútbol, Arrimadas; incendios, Arrimadas. Esta mujer se está coinvirtiendo en insignificante a base de insistencia. Ella es una rotonda seriada que a veces es submarina y otras aerotransportable. A veces paro en la rotonda metafísica que me ha engullido y miro el mapa angustiado y cuando contemplo a Venezuela y su entorno, me entra miedo en diferido. ¿Hemos visto esta película o es un revival con Arrimadas de secundaria? Rechazo total a esta injerencia.