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AZKEN PUNTUA

McCarthy en el Parlamento andaluz


Estoy segura de que a Francisco Serrano no le gusta la campaña de la marca que ha mantenido la promesa de «lo mejor para el hombre» a lo largo de 30 años. A mí no se me ocurre mejor manera de celebrar un aniversario que provocando una reflexión crítica sobre la masculinidad tóxica y el modelo del macho alfa. La otra alternativa es el oportuno recordatorio de Sartre: «Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él».

Creo que a Francisco Serrano le va más la perorata misógina de “El club de la lucha”, en la que abundan chorradas del tipo: «Somos una generación de hombres criados por mujeres. Me pregunto si realmente otra mujer será la respuesta que necesitamos». Necedades que te hacen crujir los tímpanos.

En la penúltima metamorfosis del fascismo ibérico, el diputado y portavoz de Vox solicita los nombres y apellidos de quienes han trabajado en las Unidades de Violencia de Género entre 2012 y 2019. El tic argumental de esta caza de brujas es el combate contra lo que denominan «ideología de género», sin detenerse ante nada ni ante nadie. Si Hubbard, el gurú masculinista, lo hubiera conocido, habría dicho: «admiro al hombre que cumple con su deber».

Es el mismo «tiempo de canallas» que denunció Lillian Hellman durante el maccarthysmo. Un tiempo de cancerberos con su candado.