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EDITORIALA

¿Quién ha ganado y qué teniendo preso a Gogorza?


Desde ayer a mediodía Aitzol Gogorza solamente está recluido en un hospital, que es donde corresponde por su delicado estado de salud. A mediodía dejó atrás la última cárcel en que ha estado encerrado, Martutene (antes fueron Basauri, Sevilla, Soto del Real, Poissy, Moulins-Yzeure, Fresnes, Aranjuez, Fleury, Fresnes, La Santé y Villepinte, doce cárceles en 20 años). Cuando culmine esta fase de atención médica, podrá volver a su casa de Errenteria para seguir su tratamiento. Es una buena noticia sobre todo para él y para los suyos, también para quienes se han movilizado hace años por su libertad, y además para todo aquel que analice el caso con un prisma mínimo de humanidad y asuma que las personas condenadas a cárcel no pierden su derecho a la salud y la vida. Pero la pregunta pertinente (los más recalcitrantes aún la verán impertinente) es por qué ha habido que esperar a abril de 2019.

Desde una perspectiva médica no había debate posible sobre esta excarcelación desde que su enfermedad anterior se agravó en 2011. Y desde una perspectiva política, tampoco. Quienes en el ciclo anterior usaban descaradamente la vulneración de los derechos humanos de los presos vascos como un elemento de presión sobre ETA ya conocieron en aquel 2011 la decisión de poner fin definitivo a las acciones armadas. Que Gogorza no fuera excarcelado entonces, ni en 2014, ni en 2018... no puede explicarse desde parámetros de salud, ni siquiera desde esa perversión política. No había otro argumento que la venganza, ni otra razón que la sinrazón.

¿Quién ha ganado y qué con perpetuar la situación? Nadie y nada. Como nadie gana nada reteniendo hoy presos a Josetxo Arizkuren, Mikel Arrieta, Kepa Arronategi, Garikoitz Arruarte, Joseba Borde, Jagoba Codó, Joseba Erostegi, Iñaki Etxeberria, Mikel Otegi, Txus Martín, Ibon Fernández Iradi, Jon Gurutz Maiza, Ibon Iparragirre, Gorka Fraile y otros seis presos anónimos. ¿Por qué esperar a soltarlos?