APR. 05 2019 KOLABORAZIOA Carta a Abdullah Öcalan Adolfo Pérez Esquivel Premio Nobel de la Paz Estimado hermano, compañero. Reciba en primer lugar mi caluroso saludo y los mejores deseos. ¡No sucede todos los días que uno cumpla 70 años! No he tenido el privilegio de conocerle personalmente, todavía, pero hubiera gustado mucho compartir este momento con usted. Un momento propicio para celebrar juntos las alegrías y las esperanzas de esta vida, en un mundo cada vez más convulsionado y necesitado de transformaciones. Un momento para reflexionar juntos, en torno a la Ruta de Paz que usted ha delineado y todo lo que junto a nuestros pueblos hemos podido vivir, lograr y aprender, para seguir fortalecidos en el camino. De todas maneras, espero tener pronto ese encuentro. Confío en que el esfuerzo desplegado en estos momentos por tantas mujeres y hombres, dirigentes como usted del pueblo kurdo, militantes de la vida y de los derechos de todo pueblo a su dignidad y su autodeterminación, no caiga en saco roto. Es una manifestación tan genuina del amor y de la confianza en su persona y su liderazgo, y del poder del pueblo movilizado para conquistar sus demandas y sus derechos, para no surtir los resultados buscados. En ese espíritu, aprovecho esta fecha tan especial para pedir nuevamente al presidente y demás autoridades de Turquía que pongan fin al aislamiento ya. No hay justificación posible para semejante trato a ningún ser humano, a ninguna persona detenida. Fue también un 4 de abril, allá por el año 1977, que fui detenido en Argentina por la dictadura. Sé lo que es ser detenido arbitrariamente, sufrir la tortura y la prisión, rozar la muerte en esas condiciones de ilegalidad y desamparo. Pero sé también lo que es ser un sobreviviente, por la fuerza de la solidaridad desplegada. Gracias al compromiso de vida de Leyla Güven y tantos otros compatriotas suyos, mujeres y hombres muchos de ellos presos como usted, el mundo está ahora más atento a la necesidad de una reacción, un cambio urgente, de parte del Gobierno de Turquía. Surgen nuevas voces todos los días, reclamando fin a su aislamiento. La demanda solidaria es urgente pero sencilla: que el Gobierno turco cumpla con sus propias leyes y obligaciones de acuerdo a la normativa humanitaria europea e internacional vigente. Nada más y nada menos. Confio que se cumplan estos propósitos sin más demora, para poder avanzar en el camino de la paz y la dignidad, el camino de la libertad, que tanto anhela su pueblo y los pueblos del mundo. Le envío un fraterno abrazo de Paz y Bien, a la espera de nuestro encuentro. Gracias al compromiso de vida de Leyla Güven y tantos otros compatriotas suyos, muchos de ellos presos como usted, el mundo está ahora más atento a la necesidad de una reacción de parte del Gobierno de Turquía