APR. 06 2019 EL NAVÍO SOVIÉTICO SE HUNDIÓ HACE 49 AÑOS UN SUBMARINO NUCLEAR EN EL FONDO DEL GOLFO DE BIZKAIA El Golfo de Bizkaia oculta un secreto a 4.680 metros de profundidad. Se trata del K8, un submarino soviético hundido en 1970 con 52 miembros de su tripulación, dos reactores atómicos, y varios torpedos nucleares. GARA ha hablado con el gran experto y exoficial soviético Alexander Nikitin. Unai ARANZADI El 8 de abril de 1970, un submarino de la Armada soviética, propulsado por energía atómica y provisto de armamento nuclear, surcaba las aguas del Golfo de Bizkaia tras haber participado en unos importantes ejercicios militares. Todo iba según lo previsto hasta que dos incendios simultáneos hicieron saltar las alarmas. Tanto el espacio central del submarino como el octavo compartimento se vieron afectados por el fuego. Tal y como ordenaba el protocolo, el submarino salió a la superficie para extinguir las llamas, pero la fuerza del fuego era tal que la tripulación no fue capaz de controlarlo. La situación se tornó aún más desfavorable cuando los sistemas de propulsión dejaron de funcionar y el generador auxiliar no funcionó como esperaban, dejándolos prácticamente a la deriva en un mar embravecido. La humareda, que poco a poco se fue adueñando de cada compartimento, fue contrarrestada con las reservas de aire que todo submarino necesita para funcionar y mantenerse a flote. 48 horas después, ya en la noche del 10 de abril, la mayor parte de la tripulación fue evacuada a un mercante búlgaro que se acercó a auxiliarlos, pero a las 6.20 del día 12, cuando una parte de la tripulación aún se encontraba en el K-8, este se hundió súbitamente, llevándose al capitán Bessonov y otros 51 marineros a una profundidad de 4.680 metros. No sobrevivió nadie. Aquella mañana de abril, unos aviones de la Armada de Estados Unidos sobrevolaron el Golfo de Bizkaia en busca del submarino, pero solo encontraron dos manchas de aceite en la posición donde había sido detectado por última vez: un punto estimado a 490 kilómetros de litoral gallego. A pesar de lo dramático del caso, la prensa del franquismo apenas informó sobre lo sucedido. De las hemerotecas se desprende un claro desdén por los peligros de la energía nuclear, aunque más que indiferencia podría tratase de un silencio estratégico, dado que la península ya había sufrido accidentes similares protagonizados por su nuevo socio, Estados Unidos. Así, cuatro años antes, en la localidad almeriense de Palomares, un grave accidente aéreo terminó con la caída de varias bombas nucleares (que no llegaron a explotar) con la gran diferencia de que entonces se recuperaron de tierra firme y el lecho marino. Además, el Atlántico Norte ya había sido escenario de otros desastres con submarinos estadounidenses. En 1963 el Thresher se hundió con 129 personas a bordo, y en 1968 el Skorpion con 99 hombres. Ambos sumergibles eran nucleares. Alto secreto hasta 1991 El 14 de setiembre de 2012, el europarlamentario alemán Sebastian Günther solicitó información «sobre la radioactividad procedente de un submarino nuclear hundido en el Golfo de Bizkaia». Hablaba del K-8. Para ello, instó a que el expresidente de la Unión Soviética Mijail Gorbachov facilitara información a la Unión Europea sobre lo sucedido en abril de 1970, ya que el caso fue secreto (incluso para los propios familiares de los marineros desaparecidos) hasta 1991, año en el que el Kremlin comenzó a aportar algunos datos mínimos sobre lo sucedido. Sin embargo, los intentos del europarlamentario alemán fueron en vano. El Tratado Euratom al que hacía referencia en su solicitud no se aplica al uso militar que se haga en su estados miembros, y aún menos a manos de terceros países, como es el caso de los submarinos rusos. Así, se estimó que la Comisión no es competente para hacer comentarios acerca del submarino hundido desde la perspectiva de Euratom, ya que la cuestión no incide en su capacidad jurídica. De este modo el asunto se dio por cerrado y la sociedad se quedó sin saber cuánta radiación podría emitir el pecio del K-8. El mayor experto del mundo Para saber algo sobre los peligros que entraña dicha presencia en el Golfo de Bizkaia, GARA se ha puesto en contacto con el mayor experto del mundo en la materia, el exoficial de submarinos soviético Alexander Nikitin. Acusado de espionaje y traición por los servicios secretos rusos en 1996, Nikitin fue absuelto gracias a la presión internacional, siendo a día de hoy el delegado en San Petersburgo de la fundación Bellona, una institución noruega especializada en temas marinos y nucleares conocida por ser el azote de los intereses rusos en lugares como el hemisferio norte, donde rusos y atlantistas libran una feroz guerra fría por sus recursos naturales. Para este veterano de la armada soviética, al menos hasta hoy, las fugas de radiación que emite el K-8, «comparadas con otros submarinos soviéticos hundidos no son tan altas como se esperaba, pues no hay mucha vida a 4.600 metros de profundidad, así que la difusión de derrames por medio de peces y organismos es difícil». Sin embargo se queja de que «el Gobierno ruso no aborda la cuestión porque está lejos de Rusia y no forma parte de sus prioridades. De hecho, el tema es raramente mencionado por sus oficiales», añade. Siendo uno de los mayores expertos del mundo en la materia, advierte de que no se tienen datos certeros y más allá de especulaciones «se necesitan expediciones internacionales e información técnica del Gobierno ruso para vigilar la situación y proporcionar al mundo información actualizada y veraz sobre el estado del medioambiente en el área del accidente». Homenaje anual Un año más, con la llegada del 12 de abril, un grupo de oficiales rusos depositarán flores a los pies de un monumento levantado a la memoria del K-8 en la bahía de Gremikha, un remanso de paz convertido en área militar junto al mar de Barents. Rodeados por algunos de los tripulantes del K-8 que salvaron la vida por no encontrarse a bordo en el momento del hundimiento, una pequeña coral entonará el “Requiem por Bizkaia”, epitafio con el que el excapitán de la marina soviética y escritor Vladimir Vilenovich Shigin, dio a conocer en el diario moscovita Pravda los detalles de esta tragedia sucedida en nuestras aguas. DESIDIA «El Gobierno ruso no aborda la cuestión porque está lejos de Rusia (...) Se necesitarían expediciones internacionales para zanjar especulaciones», señala el experto Alexander Nikitin.