APR. 07 2019 MOVIMIENTOS PREELECTORALES Pablo Casado dispara con ametralladora contra la vajilla de los PPs vascos Declaraciones que tienen que ser «traducidas» en Euskal Herria y decisiones personales tomadas sin atender a los dirigentes locales, Pablo Casado está arrastrando al PP a la irrelevancia en estas tierras. Last update: APR. 08 2019 - 06:00h Iñaki IRIONDO Cuando Pablo Casado dijo en Bilbo que se iban a desplazar a Gipuzkoa para ir a Getxo, la presidenta provincial de Bizkaia, Raquel González, y la cabeza de lista al Congreso, Beatriz Fanjul, que flanqueaban ante los micrófonos al presidente del PP, no movieron ni un solo músculo de su cara. Pareció que se hubieran inmunizado ya al «fuego más o menos amigo» con el que Casado dispara entre dos y tres veces a la semana contra sus subordinados en el PP de la CAV y de Nafarroa. Llevado de un lugar a otro día a día para que haga declaraciones para los informativos televisivos del mediodía y de la noche, Pablo Casado dispara con ametralladora ocurrencias propias o de sus asesores, que el PP entiende que le pueden dar votos, pero que los Alfonso Alonso, Iñaki Oyarzábal y Cía. se ven obligados a afrontar lanzándose cuerpo a tierra y comprobando cómo las balas que silban sobre sus cabezas van rompiendo toda la vajilla propia. A la presidenta del PPN, Ana Beltrán, la balacera le afecta menos, porque la comunidad foral ha sido ya amortizada por su partido, hasta el punto de que Casado se la lleva a la candidatura de Madrid para que desde allí defienda «los intereses de Navarra», como si en el territorio no hubiera una candidatura llamada Navarra Suma que dice tener el mismo objetivo. En apenas una semana Pablo&punctSpace;Casado ha propuesto poner fin a las transferencias, entre ellas las de Tráfico a Nafarroa, dar «prevalencia» a las FSE sobre la Ertzaintza, y una Ley de Lenguas que declare el castellano como idioma principal, dejando el euskara, el catalán o el gallego como «opcionales». Al margen de que algunas de estas demandas de Casado sean de facto una realidad en estos momentos, hasta los dirigentes del PP de la CAV se han visto obligados a «traducir» las palabras de su presidente, tratando de convencer a la ciudadanía de que «esto no es lo que parece». Cuando el Senado aprobó una moción del PP contra el calendario de transferencias a la CAV elaborado por el Gobierno de Pedro Sánchez, Alfonso Alonso negó la realidad hablando de una especie de «Expediente X» por el que vivimos abducidos por los jeltzales. «Aquí todo el mundo compra la interpretación que haga el PNV de cualquier tema», aseguró. En cuanto a subordinar a la Ertzaintza a la «prevalencia» de las FSE, el presidente del PP en Alava y candidato al Senado, Iñaki Oyarzábal, trató de explicar que Casado hablaba de «colaboración y coordinación» entre fuerzas policiales y aseguró que «la Ertzaintza nunca ha tenido ningún problema con el PP sino al revés». Por este último eslogan tiró también la secretaria general regional, Amaya Fernández, que, tomando la Ley de víctimas de la violencia del Estado por las hojas, afirmó que «el PP es el único partido que defiende a la Ertzaintza y a los ertzainas». Lo desasosegante de esta última frase es que a Amaya Fernández no le falta parte de razón. Es el PP quien está llevando al Parlamento las quejas y reivindicaciones de los sindicatos de la Ertzaintza y ejerciendo su defensa corporativa, lo que también retrata a esos sindicatos. Si ya las cosas no le iban bien desde hace unos años, con sus propuestas para competir con Ciudadanos y Vox del Ebro para abajo, encuesta a encuesta el PP va hundiéndose en sus resultados, camino de la irrelevancia. Pero a Pablo Casado eso no parece preocuparle, porque insiste en ofrecer munición contra una visión moderada y autonomista de la derecha española en la CAV, que a falta de otros referentes encuentra al final acomodo para su voto en el PNV. Cuando en el primer párrafo de este análisis se hace referencia a Pablo Casado y sus «subordinados» en la CAV y Nafarroa es porque así los trata, sin ningún disimulo, el presidente del PP. La última demostración ha sido la purga de Carlos Iturgaiz de los puestos con posibilidad de obtener escaño en las elecciones al Parlamento Europeo, lo que le ha empujado a dejar la política. Iturgaiz creía contar con la confianza y hasta con cierta cercanía de su presidente, pero en las primarias, como casi todos lo líderes de la CAV, apostó por Soraya Saez de Santamaría. El problema no radica tanto en haber apartado a Iturgaiz, a quien el PP puede entender que ya le ha pagado suficientemente sus servicios, sino en que nadie del equipo de Alfonso Alonso sabía nada de la decisión. Como tampoco supieron nada de la designación de Iñigo Arcauz como cabeza de lista para el Congreso en Gipuzkoa. Dado que no hay ninguna probabilidad de que el elegido por Pablo Casado obtenga un escaño y, por tanto, podía haber elegido cualquier otra persona, haber optado por un hombre enfrentado con el presidente provincial y candidato a alcalde de Donostia, Borja Sémper, solo se puede entender como otro reto mas a la autoridad de la dirección de Alfonso Alonso. Otro histórico del PP de la CAV, Leopoldo Barreda, ha sido relevado por la joven Beatriz Fanjul, capaz de escuchar sin pestañear de boca de Casado cómo Getxo pasa a Gipuzkoa. En cuanto a Nafarroa, no está claro si Casado la ha dado por perdida o UPN lo ha traicionado para acercarse a Cs, pero la forma de constituir Navarra Suma y el desmarque de Iñigo Alli en la votación de los decretos del Gobierno de Pedro Sánchez hacen pensar que los de Javier Esparza quizá quieran lanzar señales al PSN y para ello el PP les sobra y estorba. Sea como fuere, el Ebro se ha convertido en una verdadera frontera cognitiva para el PP de Pablo Casado. Lo que vende y puede sumar al sur se vuelve difícil de entender al norte del río y ahuyenta al electorado. Los líderes del PP en la CAV se ven obligados casi a diario a tratar de convencer a la ciudadanía de que los ataques a la autonomía de Casado «no son lo que parecen» Pablo Casado ha tomado decisiones sobre candidatos que remarcan quién manda desde Madrid y quiénes puede querer que manden en el futuro del Ebro para arriba