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EDITORIALA

Pillaje territorial, botín de guerra normalizado


Conociendo al personaje y los antecedentes, la promesa electoral del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no ha resultado sorprendente. En caso de ganar las elecciones generales que se celebran mañana, anexionará todas las colonias de Cisjordania y extenderá sobre ellas la soberanía israelí. En otras palabras, reconocerá de facto el pillaje territorial que mediante la guerra, el apartheid y la colonización Israel ha perpetrado, en el que es uno de los despojos más brutales y sangrientos que ninguna nación haya sufrido en la historia moderna. Y de esta forma, se acercaría más la materialización del viejo y húmedo sueño supremacista del sionismo de una nación exclusiva para los judíos que va desde el Mediterráneo hasta las orillas del río Jordán.

No es casual el momento del anuncio. A escasas horas de que los israelíes acudan a las urnas, con un Netanyahu en dificultades y fundadas acusaciones de corrupción en su contra, buscaría asegurarse el voto de los 600.000 colonos, de los sionistas y ultraortodoxos más recalcitrantes y asegurarse su apoyo para la formación del futuro gobierno. Tampoco sorprende el hecho de que esa promesa venga después de los regalos electorales de su amigo y alter ego ideológico, Donald Trump, que en forma de traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén o el reconocimiento de la soberanía israelí de los Altos del Golán robados a Siria tras la Guerra de los Seis Días de 1967. El intercambio de favores entre ambos líderes belicosos no es novedoso, ha envalentonado a un Netanyahu que se cree impune y aprovecha esa munición electoral.

Parece poco probable que este anuncio levante una respuesta fuerte en un mundo árabe dividido y plagado de guerras que lo están desangrando. Pero, quizá, este es el menor de los problemas. Lo grave es que se está estableciendo un precendente potencialmente catastrófico que hace volar por los aires todas las normas y consensos internacionales al reconocerse de facto el robo de territorios mediante guerra y la normalización de la ocupación.