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DE REOJO

Silencios


Imposible explicar el plural. Leo una de esas frases que a uno le dejan compungido. «Cuba es una grandísima fábrica de silencios». La pronuncia alguien que usa el lenguaje con una precisión casi poética. No sé si la música cubana genera silencios, o si ese Caribe rompedor puede silenciar la pasión, el color o los olores de una ropa vieja bien cocinada. Abre la puerta a todos los silencios. A los propios, a los recomendados y a los impuestos. Los silencios atronadores, los que rasgan el alma, aquellos que atraviesan las trompas de Eustaquio provocando un temblor sanador que reduce la ansiedad provocada por el ruido.

Claro, hay muchos silencios, el de los corderos, el de todos los tiempos, el del miedo, el del cinismo. Es en campaña electoral donde hay más silencios ocultados en gritos sordos. Hay silencios cómplices. Hay silencios acusadores. Hay silencias. ¡Ay silencios! Cuando los silencios abundan más que la transparencia, que las opiniones libres, que los gritos y exclamaciones de placer, es que vivimos en un contexto político muy tóxico. Los difusores de noticias falsas tienen frente a sus narices escándalos suficientes para romper todos los silencios.

El que fue durante trescientas sesenta y seis portadas director de “El Mundo”, David Jiménez, ha escrito un libro en donde denuncia, o explica o confiesa las relaciones del periodismo y los poderes fácticos. Esos lugares donde se fabrican actualmente todos los silencios. Desde aquí le dimos alguna coz, desde aquí quisiéramos prestarle nuestra voz ronca para sobreponerse al linchamiento de los silenciosos cómplices de todos los desvaríos de cloacas y sus cercanías partidistas. Creer que el ministro con perrita, Grande-Marlaska, limpie las cloacas de Interior es colocar de manera infame un manto con bordados de silencios culposos sobre la asquerosa realidad.