Fede de los Ríos
JOPUNTUA

Votar contra el fascio

Si bien las campañas electorales han bajado en intensidad espacio-temporal en lo relacionado a la agitación y la propaganda, cosa de agradecer, en mayor proporción han disminuido en claridad y argumentación de las propuestas, cosa de asustar. ¿Qué porcentaje de votantes sabría diferenciar a ciencia cierta las propuestas económicas de C’s, PP, UPN y, apurando no mucho, el PNV? Y apurando un poco más, las del PSOE. Todos ellos, representantes de La Política, se mueven dentro de los márgenes de lo posible ¿Y «lo posible»? lo posible es lo que dictaminan los dueños de la economía, los amos del sistema productivo, aquellos que dictan las reglas en relaciones de producción.

¿Las urnas, la fiesta de la democracia? Una mierda cuatrianal, sí, desde hace mucho lo sabemos, pero hay que ir. Es necesario ocupar la representación política si queremos un día ocupar la representación económica y cambiar las reglas.

Queda mucho. La toma del Palacio de Invierno requiere ciertas condiciones que el infantilismo nunca entiende; las ideas y los conceptos no son su fuerte, gustan más de lo religioso y el dogma.

Sin herramientas formales no seremos capaces de transformar lo real. Aprendamos de la lucha de las mujeres, establezcamos mínimos irrenunciables que delimiten la travesía hacia los máximos deseables.

Un ejemplo. Ahora, casi todos los profesionales de la palabra en el espectáculo de La Política no tienen reticencias en aplaudir el feminismo, cuando tan solo hace unos años pensaban que las feministas no eran sino unas amargadas necesitadas de un buen rabo. ¿Quién, siendo varón no lo ha escuchado en ambiente de búsqueda de «complicidad masculina», una de las complicidades más ridículas e insolidarias producidas por la parte más obtusa del género humano, antítesis de la generosa sororidad?.

Ahora nadie se atreve a decirlo; lo pueden pensar, pero no lo dicen. Algo es algo, no es poco y no es casual. Fruto de la lucha de las que combatieron a los protohomínidos rabudos y a sus fálicas instituciones. Y no se detendrán.

Así nosotros.