Gloria Latasa
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AZKEN PUNTUA

«Fulgura frango»

La creencia de que el toque de campanas dispersaba los rayos duró en Europa hasta finales del siglo XVII. Muchas de ellas solían tener una inscripción que decía: fulgura frango (rompo rayos). Pensaban que el «toque de trueno, de nube o de tempestad» producía una perturbación en el aire capaz de dispersar las nubes y alejar el granizo y las tormentas.

Fue necesario esperar hasta el año 1753 para que Benjamín Franklin relacionara las tormentas con electricidad atmosférica e inventara el pararrayos. Sin embargo, la función del mismo no era parar la descarga sino excitarla y atraerla (electrodo captador) para derivarla (cable conductor) a tierra. Con ello se buscaba evitar daños en edificios y personas.

Para daños, los que se pueden producir si nos cobijamos bajo un árbol en medio de una tormenta. En primer lugar, porque al ser un objeto elevado puede atraer fácilmente una descarga eléctrica y nos puede alcanzar de lleno. En segundo lugar, porque la savia puede hervir y hacer explotar al árbol, dispersándose astillas por todas partes.

La descarga eléctrica que cae de una nube a tierra es lo que conocemos como rayo. Relámpago, por el contrario, es la manifestación luminosa de cualquier descarga brusca de electricidad atmosférica que puede producirse desde una nube a tierra, en el seno de una formación nubosa o, incluso, de modo ocasional, desde un edificio o una montaña (ascendente).