MAY. 16 2019 JO PUNTUA La hora violeta Itziar Ziga Escritora y feminista Qué estilazo se gastaba en los primeros ochenta! Mis profas del cole podrían desfilar hoy en una pasarela y serían consideradas vanguardia. Casi todas las mujeres de mi barrio, empezando por mi amatxo, parecían al borde de un ataque de nervios, a punto de prender fuego a la casa con sus maridos dentro y tentadas de alistarse en una guerrilla feminista. Gracias a una de esas forajidas con mangas de murciélago llamada Maravillas, la fascinante Montserrat Roig entró en mi vida a mis doce años. Una mañana en clase de geografía, sin venir a cuento, nos soltó: tenéis que leer todas “La hora violeta”. Yo llegué a casa entusiasmada con la revelación, para mi ama y para mí se convirtió desde entonces en nuestra amiga invisible. Vivió y escribió con una audacia, potencia, compromiso, hedonismo, alegría y esplendor estético que a ella le brotaban aunque para la condición femenina sigue siendo hoy desgraciadamente inalcanzable. Y solo algunos escritores maricones alcanzan su liberación y su altura. En “Temps de cireres” un grupo de amigas empiezan con una sesión de tupperware en la cocina, mientras sus maridos ven el partido del Barça en el salón, y terminan montándose una orgía lésbica sado. Lo escribió en 1977. Era feminista e independentista catalana de nacimiento, y guapa como lo son las divas de Hollywood. Creo que me corresponde heredar toda la ropa, los sombreros y los pendientes rococós que luce en las fotos. Me pasa también con las folclóricas, ¡al menos un vestido de cada una! El colosal novelista Josep Plá llegó a decirle aquel mítico: con las piernas tan bonitas que tienes, para que escribes. Montse y la fotógrafa Pilar Aymerich vacilaron al viejo verde y ella logró hacerle, además, una gran entrevista. Murió prematuramente, pero no creo que sea esa la razón de su olvido. Montserrat Roig sigue siendo dinamita para la liberación de las mujeres, además de una delicia. Cualquier hora violeta es buena para propagar su voz. Es más fácil creer que somos imparables cuando descubres que algunas ya vivieron hace treinta años sacándole ventaja al patriarcado.