Fede de los Ríos
JO PUNTUA

¿Reflexión?

Ayer nuevamente jornada de reflexión. Dos en lo que va de año ¿estarán los seres humanos que habitan estos lares preparados para semejante esfuerzo? El esfuerzo de examinar el propio estado íntimo y pensamientos, al objeto de hacerles obrar de manera razonada, no resulta nada sencillo sin una preparación y un entrenamiento continuado. Necesítase de la filosofía que dirían los antiguos. Y al nacer esta del asombro la cosa pinta malamente trá-trá, pues asombrarse, en esto que algunos llaman España, ha devenido en ejercicio más exótico que los sombreros de Carmen Miranda.

Que catalanes y catalanas eligen desafectos al Régimen, pues ahí está el poder judicial para amputar, modelar y sustraer de la voluntad general al poder legislativo. ¿Indignación en los demócratas españoles por los diputados suspendidos? Ni siquiera asombro. A Íñigo Errejón le «pilla muy lejos» dice que está «centrado en ganar Madrid».

Gorka Lupiañez, a juicio de la ONU, sufrió torturas durante los interrogatorios a manos de la Guardia Civil. Lo denunciado por él en 2007 acerca de una violación con un palo, repetidas palizas, innumerables sesiones de ahogamiento con «bolsa» y privación mantenida de sueño durante ocho días, desestimado por todas y cada una de las instituciones españolas, ha resultado, fuera de las fronteras de este Estado, más que verosímil. ¿Alguna voz de la representación política de los demócratas españoles pidiendo justicia y reflexión?

Reflexionar cada cuatro años es imposible. El óxido nos hace desmemoriados. Así tanto hijoputa al servicio de los amos consigue escaño y sueldo.

Dicen que el sufragio debe ser secreto a fin de garantizar que sea democrático. No lo tengo nada claro. En mi modesta opinión mejoraría el que, además de público, el voto fuera argumentado de manera razonable, fruto de una reflexión y un debate. Lo que los antiguos llamaban asambleas vinculantes. La validez del voto dependería de lo razonable del argumento. El sistema democrático mejoraría de manera considerable.

Amén de que nos íbamos a reír la hostia.