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Interview
ROGER TORRENT
PRESIDENT DEL PARLAMENT

«El independentismo crece, falta apuntalar mejor la estrategia»

Torrent interviene hoy en Gasteiz invitado por Gure Esku Dago. Será un día clave en el juicio al «procés». Todo un símbolo de un independentismo que afronta la represión mientras intenta mantener iniciativa política. El éxito electoral reciente lo avala.

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Hay muchos puntos candentes en Catalunya, empecemos por lo más urgente y grave: el juicio. La Fiscalía lee hoy su informe, ¿preparados para lo peor?

Más que preparados, acostumbrados a lo peor. Hemos visto en todo el juicio un relato falso que habla de violencia, de rebelión, de delitos que nunca existieron. Se ha desmontado el relato, pero la acusación se mantiene. Hay un mensaje político ahí: el PSOE tenía posibilidad, al menos desde la Abogacía del Estado, de lanzar el mensaje de que quiere sacar el conflicto de los juzgados y del Código Penal, y llevarlo a la política. Vemos que esto no cambia, esté el PSOE o el PP.

Si finalmente cae una condena contundente, ¿qué será para el independentismo: venganza, aviso a navegantes, una moneda de cambio para el futuro?

Hay un componente de venganza, sobre todo. Y aviso a navegantes, también. Habrá una respuesta que esté a la altura de las circunstancias históricas. Desde un punto de vista emocional, será más grave incluso que la sentencia del Estatut en 2010. La desconexión entre la ciudadanía de Catalunya y las instituciones del Estado sería ya irreversible. De hecho, lo es ahora, pero con una sentencia condenatoria sería más evidente la fractura. Una sentencia condenatoria sería uno de los últimos coletazos del Régimen de 1978.

Esa condena, ¿será el «momentum» para dar otro salto?

Habrá una respuesta política y social que para mí tiene que aglutinar al 80%; ese 80% que quiere una salida democrática al conflicto, que no quiere represión y que comparte la República como forma de expresión política. Estos tres elementos incluyen al 80%. Nosotros siempre hablamos de la foto del 3 de Octubre, porque salió más gente que el 1 de Octubre, salió gente que no era independentista pero que sí estaba por los derechos y libertades fundamentales.

El PSOE no se atrevió a abrir un diálogo en la pasada legislatura, con precariedad evidente en las Cortes. Con 123 diputados, ¿sí se atreverá a hacerlo?

Ahora no tiene excusa. Es verdad que antes uno podía pensar que a Sánchez le faltaba pasar por las urnas y empoderarse no solo a nivel electoral, sino también dentro del propio PSOE. Ya no tiene excusa para afrontar esa negociación. Y no tiene otra opción que sentarse a la mesa, porque no van a desaparecer los 2,2 millones de catalanes que votamos el 1 de Octubre. Cuanto más tiempo tarde, más tardará en solucionar el conflicto.

¿Lo que ocurra en Barcelona también será tomado por ERC como una prueba de voluntad o no de diálogo? Porque el PSC puede dejar ser alcalde a Maragall o tumbarlo...

En Barcelona vemos cómo el PSC está preparado para el pacto del establishment, del Ibex35, que aprieta por un pacto antinatural con Colau y Valls. Barcelona es muy importante para nosotros, por la ciudad y por su importancia para el país. Iría en contra de la voluntad de la ciudadanía de Barcelona, que ha dicho muy claramente que quiere una ciudad republicana y progresista, una ciudad que supere las costuras del Régimen del 78.

Viene a Euskal Herria a explicar la necesidad de hacer irreversible un referéndum. Pero para eso hacen falta tiempo y estrategia...

Sobre todo estrategia. El tiempo lo va a marcar la estrategia. Antes hemos tenido la preocupación de marcarnos fechas, y ahora lo más importante es concretar bien la estrategia, construir las mayorías electorales y sociales necesarias, una correlación de fuerzas que sea suficiente para sostener la República. La voluntad por la independencia ha ido creciendo estos años, no solo se ha materializado en grandes manifestaciones sino en este ciclo electoral reciente. Estamos en un proceso de crecimiento, pero hay que ponerlo al servicio de esta estrategia y apuntalarla mejor de lo que hemos hecho estos meses.

Pero en esa estrategia hay una disparidad de criterio evidente entre las dos ramas del independentismo...

Yo diría que hay retóricas diferentes pero, en el fondo, una misma voluntad y conceptos compartidos. Es verdad que no hemos sabido explicarlo de forma clara a los ciudadanos de Catalunya, y en eso estamos, en explicarlo conjuntamente, y apelando a ese 80% que apoya el referéndum como método.

¿El resultado de estas dos elecciones ha sido tranquilizador? Se han asentado cantidades de voto muy importantes...

Ha sido reconfortante, esperanzador y necesario para seguir creciendo. Un partido independentista ha ganado por primera vez las elecciones españolas en Catalunya. ERC ha ganado las municipales. Y JxCat ha ganado las europeas, sumando con Ahora Repúblicas unos resultados históricos. Cada vez que se ponen urnas, ganamos los republicanos, y no es solo una frase de campaña, es la verdad. Eso es un mensaje clarísimo a las instituciones del Estado. No va a desaparecer el anhelo independentista en Catalunya, al contrario; por tanto, lo más sensato, razonable y democrático es sentarse en una mesa a resolverlo. Y si Pedro Sánchez tiene otra propuesta, que la ponga sobre la mesa y vamos a votarla.

Ha pasado bastante desapercibido el dato, pero son 2,3 millones de votos independentistas en las europeas...

De hecho, porcentualmente es más del 50% en Catalunya.

¿Qué cabe hacer con ese capital en Madrid y Bruselas?

En el contexto europeo sirve para hacer necesaria la negociación política, para trasladar que en la Europa del siglo XXI no se puede afrontar un conflicto como el de Catalunya con represión y con cárcel, sino negociando, que es lo que conecta con los principios fundacionales de la Unión Europea. Una UE que tiene un problema muy grave con el auge de la extrema derecha precisamente. Para hacerle frente y para reconectar a las instituciones europeas con la ciudadanía, lo que tiene que hacer es revisitar y fortalecer los principios fundacionales. Cómo afronte el reto de Catalunya va a explicar mucho cómo es la Europa de los próximos años. Que Oriol Junqueras y Carles Puigdemont fueran los candidatos principales de Ahora Repúblicas y Junts per Catalunya determina esa voluntad catalana de poner el conflicto encima de la mesa de Europa.

¿Qué receptividad ve? ¿Les hacen más caso en Europa de lo que aparece públicamente?

Seguro. Yo he tenido una agenda internacional interesante y en Europa evidentemente no se posicionan a favor o en contra de la independencia, pero sí a favor de una solución dialogada. Imágenes como las del 1-O no gustan a nadie, y a muchos les avergüenza que un socio proyecte esas imágenes de las cargas, o las del Tribunal Supremo, en toda Europa.

Hablando de Europa, puede haber un segundo referéndum en Escocia, también hay opción en Irlanda, y luego están Corsica, Flandes... ¿Ve una segunda ola independentista o es demasiado decir?

Veo una ola democrática. El ejemplo de Reino Unido con Escocia es el que se debe seguir. Cuando hay un planteamiento mayoritario de una sociedad, la que fuere, sostenido en el tiempo, los poderes políticos tienen que dar una solución democrática. También lo hizo Canadá en Quebec. Hay que habilitar mecanismos democráticos para preguntar. Y esto conecta perfectamente con los valores fundamentales de la UE.

No sé si como president del Parlament tiene información sobre el proyecto de Nuevo Estatus en el Parlamento de Gasteiz. En cualquier caso, ¿hay una opción ahí de sincronización de los procesos vasco y catalán, cuando llegue a las Cortes? ¿O lo ve como parte de una pantalla pasada en Catalunya?

No. Cada proceso es particular y está vinculado a la voluntad popular en cada uno de nuestros países. El camino que escojan los vascos y vascas es el que vamos a apoyar desde la distancia. Y lo que está totalmente vinculado es la voluntad democrática: decidir nuestro futuro como países libre y democráticamente. Es lo que nos conecta.

No hace mucho los dos independentismos vivían de espaldas. El catalán se alejaba del vasco por la cuestión de la violencia y el vasco parecía minusvalorar al catalán. ¿Cómo vive este encuentro actual?

La reivindicación de la democracia en el Régimen del 78 nos conecta, insisto. Partimos de un análisis de la realidad que dice que ese régimen ya no nos sirve para nuestras ciudadanías. Esto es evidente desde la sentencia del Estatut. Ahora hay que construir herramientas que nos permitan decidir, teniendo en cuentas nuestras propias realidades, pero también el contexto político del Estado y de Europa. Hoy, creo que todas las fuerzas progresistas tienen la conciencia de que la Constitución no permite desarrollar la voluntad mayoritaria de la ciudadanía. Necesitamos una solución democrática de conjunto.

Más en concreto, ¿qué mensaje manda la unidad de acción entre su partido, ERC, y EH Bildu?

El mensaje es la voluntad de las fuerzas independentistas progresistas de buscar esa solución democrática, de defender lo que quieren nuestros ciudadanos. El 80% de Catalunya quiere el referéndum, insisto, y creo que eso sirve también para Euskadi.

No hemos hablado del Parlament que preside desde hace año y medio. ¿Es esta una legislatura de transición y por tanto cuanto más corta, mejor?

Es una legislatura muy compleja. Veníamos de un 155 muy duro en lo político y sobre todo en cuanto a organización. Intentamos hasta cuatro investiduras que los jueces impidieron sistemáticamente, pisoteando los derechos de los parlamentarios. Y teníamos y tenemos encima la represión. En una situación muy compleja hemos activado el trabajo parlamentario hace tiempo, estamos planteando muchas iniciativas desde la feminización de la política, una agenda internacional fuerte... pero es verdad que estamos en una situación complicada, con un juicio en paralelo a la actividad parlamentaria y en el horizonte una sentencia que tendrá que tener una respuesta política potente.

¿Eso son elecciones?

No depende de mí, sino del president de la Generalitat. Si se me pregunta a mí cómo se debe responder desde el Govern, lo que digo es que hay que responder desde instituciones fuertes.