«Si hay vías democráticas, el ciclo derechista será corto; si no, largo»
Nacido en Créteil (1977), de origen franco-británico, tuvo grandes responsabilidades en el gobierno de Rafael Correa (2007-2017). Representante en la ONU en los primeros meses de Lenín Moreno, dimitió tras la renuncia de este a la Revolución Ciudadana.
Elegante y punzante, brutalmente pedagógico, Guillaume Long atiende a GARA y analiza la nueva situación de Ecuador y el ciclo derechista de América Latina recién llegado de París. Aborda desde el realineamiento de su país con EEUU a la «traición» de Lenín Moreno a su predecesor, Rafael Correa, y a la Revolución Ciudadana o la entrega de Assange a la Policía británica.
El presidente Lenín Moreno, decía Correa, era el «mejor presidente de la historia de Ecuador», que iba a institucionalizar su legado. Pero, de repente, todo se tuerce y sale el tiro por la culata. Prácticamente en dos años, no solo lo ha perseguido hasta obligarlo a tomar la vía del exilio, sino que ha traicionado el proyecto de Revolución Ciudadana. ¿Cómo ha sido esto posible? ¿No lo vieron venir? ¿Fueron excesivamente cándidos? Le pedimos una reflexión.
Razones de una traición
«Hay que leer a Shakespeare, empezar por ahí –responde con una sonrisa–. La respuesta corta es que nos equivocamos. Lenín Moreno resultó ser un traidor no solo a la figura de Correa sino al proyecto político de Revolución Ciudadana. Ha dado un giro de 180 grados, de realineamiento total y absoluto en todos los ámbitos, en el económico invitando al FMI a hacer un ajuste estructural brutal, en la política exterior con EEUU...».
¿Pero por qué lo escogieron? «Habría que reubicarnos en el bienio 2015-2016, que fueron años muy difíciles para Ecuador y el proceso. Veníamos creciendo mucho, teniendo éxitos sociales… Y de repente, desde noviembre de 2014, América Latina fue golpeada por la gran crisis de las materias primas. Cayeron los precios de forma estrepitosa, el barril ecuatoriano –que tiene un precio diferente porque nuestro crudo es muy pesado y más barato–, pasó de 90 dólares barril en octubre de 2015 a 16 dólares en febrero de 2016. Los costos de producción del barril eran de 35 dólares, vendíamos por debajo de lo que nos costaba extraerlo. Además, en abril de 2016 tuvimos un terremoto terrible».
A pesar de eso, Long cree que Ecuador fue el país de América Latina que mejor manejo la caída. «El proceso ecuatoriano era interesante e inspirador porque no solo se basaba en la redistribución interna en el continente más desigual del planeta. Además, se basaba en una redistribución global, dejar de ser un país periférico en la distribución internacional del trabajo. La única forma de hacerlo era cambiando el patrón productivo, la matriz. Dejar de depender solo del petróleo y del banano y de otras cosas (camarón, atún, flores…) y sofisticar la economía. Ese giro no lo das en 10 años, menos cuando las reglas internacionales te lo prohíben, porque están ahí para disciplinarte, para que sigas produciendo lo mismo de siempre».
«Fue triste terminar el decenio con dos años de dificultad muy fuerte. De no haberlo gestionado bien pudimos haber tenido otros escenarios muy diferentes que sí tuvieron otros países latinoamericanos. Eso significó que en las presidenciales de 2017 no íbamos a ganar de la forma tan holgada».
Y responde a la pregunta: «En gran medida fueron las encuestas. ¿Con quién ganábamos? Hoy sabemos que fue un error pero teníamos en frente a Guillermo Lasso, un candidato de esa derecha tan latinoamericana, casi feudal, con el nexo plutocrático de la plantación-banco-medio de comunicación, que de forma abierta decía que iba a deshacer todo lo que habíamos hecho. En las encuestas Moreno le ganaba. Correa también pero no se quiso presentar. Ahora quizá lo lamentamos, pero en su contexto era una decisión madura, democrática. Sabíamos que era una apuesta hacia el centro, pero era preferible a la victoria de Lasso. El tiempo no nos ha dado la razón. Moreno era igual de neoliberal que Lasso pero no lo decía».
El «factor Correa»
Aquí conocemos más otros procesos. En Uruguay, por ejemplo, existía una izquierda bregada, que se enfrentó durante décadas a la dictadura, que sufrió cárcel y tortura. Hicieron el Frente Amplio desde una base organizada y con cultura militante. En Ecuador, la izquierda no era mayoritaria, ni pujante. Cuando llega Correa y decide abrirse a alianzas interclasistas con Alianza País, ¿lo aprovecharon los arribistas y los oportunistas? ¿Puede explicar eso la «traición» de Moreno?
«Sí había una izquierda pero, en general, antes de Correa, se sabía muy poco de Ecuador, no era un referente. Había una izquierda histórica, pequeña pero consolidada. Lo interesante en nuestro caso es que en los años 90 los movimientos sociales cogen mucha fuerza, la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador) por ejemplo tuvo un protagonismo muy fuerte, era una de los movimientos indígenas más sofisticados del hemisferio. Tenías al zapatismo en Chiapas, la Conaie en Ecuador y el movimiento indígena en Bolivia».
«Hay un mito de que Correa llega a hombros de esa izquierda. Claro que hay un legado histórico de luchas de los pueblos, pero en términos electorales Correa sale elegido en el momento de mayor debilidad de la izquierda. Llega gracias a su liderazgo, gracias a su carisma, a su mensaje. A la izquierda no le gusta escuchar eso. Estoy de acuerdo que los movimientos y los partidos son más importantes que los individuos, pero empíricamente, en varios procesos latinoamericanos sucedió eso, por ejemplo con el chavismo».
Correa llega sin organización política, «no tuvo otra opción que crear la Alianza País para las elecciones, luego la fortalecimos desde el poder. Nuestro país, entre 1996 y 2006, tuvo 7 presidentes, tres golpes de estado parlamentarios. Alianza País fue el partido más exitoso de la historia de Ecuador, acompañó el proceso constituyente, ganó 14 procesos electorales en 10 años. Ese es el lado fuerte. El débil es el que has identificado».
La sombra del «lawfare»
Lenín Moreno y el ciclo reaccionario en América Latina, ¿van a ser algo transitorio o ha venido para quedarse? En las encuestas no le va bien, se está quemando muy rápido, pero tiene la liquidez que le ha dado el FMI.
«Moreno es una figura absolutamente transitoria, no sabemos si va a terminar su periodo, tiene tan baja credibilidad y hay tanto desgobierno que la misma derecha quizá pronto lo presiona para que pueda haber nuevas elecciones. El daño que está haciendo es el de hacer un miniproceso constituyente pero al revés, antirrevolucionario, de restauración conservadora, para ‘descorreizar' el Estado».
En cuanto al ciclo en América Latina, indica que «claramente ha habido un cambio de ciclo pero creo que va a ser corto. En Argentina le dan fuertes posibilidades de volver al peronismo, hay que ver que pasa en las elecciones de este año en Argentina, Bolivia y Uruguay. México no es menor, es un país grande, la segunda economía. No creo que a Bolsonaro le esté yendo muy bien. Pero más allá de eso, lo que vemos en América Latina es que la primera oposición real a la derecha es la izquierda que gobernó. No estamos en los 80 y 90, que ese sí fue un ciclo largo neoliberal en que la mayoría de los países, quizá Brasil sea la excepción con Lula, los cinco o seis primeros candidatos eran todos de derechas, el empresario tal contra el empresario cual, del monopolio rival».
Hoy hay una verdadera pugna en América Latina. «Eso es muy bueno porque tienes una propuesta neoliberal que es fuerte, tiene el apoyo de las élites y de grandes potencias, muchísimo dinero, pero también tienes una izquierda que gobernó, que sacó a casi 100 millones de latinoamericanos de la pobreza. Ese legado está ahí, esa izquierda ganó con cuadros muy jóvenes.
Y concluye con una predicción: «Si es de acuerdo a las reglas democráticas, creo que el ciclo de la derecha será corto. No le está yendo bien, no hay buen crecimiento, no le ayuda el precio de las materias primas a nivel mundial, no le veo ganando las próximas elecciones y estableciéndose diez, veinte años en el poder. El peligro, y ahí es donde puede haber un ciclo más largo, es si no es de acuerdo a las reglas democráticas, si hay un proyecto autoritario a través del «Lawfare» (golpes de Estado judiciales), de mantener a Lula en la cárcel, de que Correa no vuelva para volver a presentarse. A ese autoritarismo me refiero».
«Moreno entregó a Assange por geopolítica y ‘los INA papers’»
Julian Assange, asilado en la embajada de Ecuador de Londres durante siete años, ha sido entregado a la Policía británica. Con esa decisión se han abierto puertas muy peligrosas: convertir el derecho a la información en delito de espionaje; laminar el derecho de asilo, que primero se otorga y luego se quita, algo que es ilegal; Assange tenía nacionalidad ecuatoriana y extraditar a un ecuatoriano es anticonstitucional; y todo tras patologizarlo, y presentarlo como un violador, agente exterior, un demente que esparce sus heces en las paredes de la embajada, ¿Cómo se ha llegado a esto?
«Fue una decisión valiente de Ecuador, compleja. Hicimos un análisis del derecho internacional de asilo y vimos que un Estado de acuerdo a los compromisos internacionales que Ecuador ha suscrito, puede otorgarle asilo a un individuo cuando ese Estado tiene la legítima preocupación de que pueda ser víctima de persecución política. Había un riesgo y solamente con el riesgo ya basta».
«Teníamos –prosigue– un solo lema: 'no extradición a EEUU por sus actividades periodísticas o editoriales en Wikileaks'. Le pedimos a Suecia y a Gran Bretaña garantías de no extradición. Nunca hubo cargos. Había un pedido de interrogatorio y en función de eso la Fiscalía interpondría cargos o no. Por ese interrogatorio se dictó la orden de arresto. Entonces les dijimos: 'vengan a nuestra embajada, le interrogan y se acabó el problema'. Tras cuatro años, al final lo aceptaron. Vinieron en 2016, lo interrogaron por dos o tres días y meses después, en mayo de 2017, la Fiscalía sueca optó por no presentar cargos».
«Moreno lo entrega por dos motivos: el realineamiento en el eje de hegemonía de EEUU. Nuestra política exterior tenía muchas polaridades, una apuesta clara de integración en América Latina, solo así podemos ser soberanos. Esta es la razón geopolítica. Luego hay otra aún peor, de venganza. Moreno se enfrenta a muy graves acusaciones de corrupción, hay todo un escándalo que se llama los 'INA papers' que tiene que ver con cuentas que tiene su hermano en Belice y Panamá a nombre de una compañía offshore que se llama INA Investment. Las tres hijas de Moreno se llaman Irina, Karina y Cristina y la compañía se llama así. Estoy especulando (risas). Wikileaks no filtró la información pero sí la tuiteó en un momento de gran tensión. Para sacarlo –concluye– tenían que violar el derecho nacional e internacional. Armaron una trama de mala convivencia. Yo la vi en persona, no era nada mala la convivencia, era difícil, porque era una embajada acechada, rodeada de espionaje, un ambiente muy cargado. Pero las muchas veces que estuve allí, siempre vi respeto y compañerismo».M. Z.