JUN. 16 2019 JOPUNTUA El bar de abajo Irati Jimenez Escritora Las comunidades de vecinos son microuniversos de la experiencia humana que ponen en evidencia lo difícil que resulta gestionar la vida en común con personas que no hemos elegido. Todos hemos tenido alguna vez vecinos morosos, obstruccionistas o agresivos. En mi edificio del Casco Viejo de Iruñea, por ejemplo, gran parte de la comunidad teme que se instale un bar en una bajera si el Ayuntamiento recién constituido vuelve a dar licencias. Hay un par de personas que actúan como si pudieran evitar que eso ocurriera. Una, en particular, reacciona con chillidos de «¡bar no!» ante cualquier discusión razonable sobre el asunto. Personalmente me gustan los bares, asumo que en algún sitio tendrán que estar y confío en que, si ese sitio es bajo mi casa, todo suceda razonablemente y en convivencia. Me irrita bastante más la agresividad de la vecina a la que, lo confieso, me encantaría preguntarle qué ha votado estas últimas elecciones. Si me dice que EH Bildu me como mi sombrero y el suyo. No estoy orgullosa de la desdeñosa sensación de victoria interior que me produce pensar que ahora que Navarra Suma, con la siempre inestimable ayuda del PSN, ha conseguido la alcaldía para sorpresa de nadie –excepto quizá los electores del PSN–, y se han abierto las puertas del Casco Viejo al neoliberalismo y a la gentrificación. Habrá vecinas y vecinos indignados por el bar de abajo o el piso de turistas de al lado. Quizá les resulte íntimamente incómodo admitir que, durante cuatro años, una coalición liderada por EH Bildu sostuvo un modelo de ciudad, pero verán con sus propios ojos –esos apéndices tan molestos para quien no quiere ver la realidad– que ellos, los de entonces, siguen siendo los mismos. Los que construyeron El Corte Inglés, a pesar de saber que nada ponía tanto en peligro el pequeño comercio, los que llenaron todo el cinturón de Pamplona de centros comerciales muy por encima de lo que se ve en otras ciudades del mismo tamaño. Los de la burbuja inmobiliaria, los de la hormigonera, los de la Caja de Ahorro de Navarra, los de siempre. Personalmente me gustan los bares, asumo que en algún sitio tendrán que estar y confío en que, si ese sitio es bajo mi casa, todo suceda razonablemente y en convivencia