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FRANCIA 2019

La novedad y la tradición

Holanda, por primera vez en semifinales, se enfrenta a la histórica Suecia en busca de una plaza en la final del domingo.


El segundo finalista también saldrá de Lyon. Allí se enfrentan hoy (21.00, Gol TV) Holanda y Suecia. El campeón de Europa y el subcampeón olímpico. Dos grandes, por tanto, aunque atraviesen ciclos bien diferentes.

La Onrajevreuwen ejerce de aspirante. Adalid del nuevo fútbol, con permiso de Inglaterra, ha pasado de comparsa a protagonista en un abrir y cerrar de ojos. Nunca hasta 2015 había disputado un Mundial. Y su ya su debut fue notable –superó la fase de grupos, en la que empató con la anfitriona Canadá, y cayó en octavos ante Japón, a la postre medalla de plata–, cuatro años después se ha plantado en la pelea por el podio. Y lo hace como campeona de Europa, tras conquistar hace dos años «su» Eurocopa con un fútbol que no tuvo rival –de nuevo con permiso de Inglaterra, pese a su victoria en semifinales– y que encandiló a los aficionados.

Y, sin embargo, no ha habido precisamente unanimidad a la hora de colocarle entre las candidatas al podio del Mundial. No tanto porque llegara vía repesca –sólo perdió un partido, ante Noruega, que acabó liderando el grupo–, sino porque en esa fase de clasificación dejó la sensación de que le habían pillado el truco. La misma que, a ratos, ha ofrecido durante el torneo. Ya no hay efecto sorpresa y los rivales saben cómo frenar la avalancha de fútbol ofensivo que caracterizó a las holandesas en la Eurocopa.

Claro que saber no equivale a conseguirlo y Holanda se ha deshecho de todos sus rivales en el camino a smifinales. Por físico, por convicción, por calidad, por paciencia..., probablemente por todo ello y sobre todo por pegada. El equipo de Sarina Wiegman no necesita más de un par de amagos para golpear a la mandíbula. Y si, como está siendo el caso, los estiletes Martens y, sobre todo, Van de Sanden, no tienen su mejor momento, siempre quedarán la estrategia y el juego aéreo. Sólo cuatro de los diez goles que ha marcado Holanda en el torneo han llegado en jugada y cinco los ha anotado de cabeza.

La historia

Hoy le espera una prueba de fuego con Fischer y Sembrant enfrente. Junto a Seger y Lindahl son el emblema de una Suecia que no quiere renunciar a su status. El de una selección histórica –es una de las siete que ha disputado todas las edicciones del Mundial–, que ha pisado el podio en tres ocasiones pero que en Canadá superó a duras penas la fase de grupos, en la última Eurocopa, en la que cayó en cuartos precisamente ante Holanda, sólo fue capaz de ganar a Rusia y que logró su mayor éxito de los últimos años, la plata de Rio, con la menos atractiva de las fórmulas, el autobús.

No es precisamente la Suecia que se está viendo en este Mundial. También lo pasa peor cuando le toca llevar la iniciativa –en su debut ante Chile no pudo resolver hasta los últimos minutos–, aunque no parece que vaya a tener que preocuparse por eso contra Holanda, pero a la contra resulta letal. Blackstenius, Jakobsson, Asllani, Rölfo (no podrá jugar hoy por tarjetas)... están con pólvora, Lindhal en plena forma y de cabeza tampoco parece que anden mal. No en vano llegan a semifinales tras remontar frente a Alemania, a la que nadie había podido marcar un gol en el torneo y a la que llevaban un cuarto de siglo sin ganar en competición oficial.

Su único tropiezo lo sufrieron frente a Estados Unidos –el partido más repetido en la historia de los Mundiales y que puede volver a darse en final– en la última jornada de la fase de grupos. Y no fue precisamente el triunfo más cómodo del campeón, pese a que Peter Gerhardsson se dejó a algunos nombres ilustres en el banquillo.

 

La afición holandesa, espectáculo en la grada y en las calles

El Mundial está siendo un espectáculo pero la responsabilidad no es sólo de las futbolistas. Aficionados de todo el mundo, con gran presencia de niños y familias, llenan de color gradas y calles. Y la palma no se la llevan los gallos franceses, ni siquiera la combinación blanco-azul-rojo que comparten tantas selecciones.

El color del torneo es el naranja. Dan fe las cuatro ciudades en las que ha jugado Holanda hasta ahora. Le Havre, Reims, Rennes y, sobre todo, Valenciennes, la más cercana a los Países Bajos y que ha acogido dos de sus partidos: más de 20.000 aficionados se dieron cita en el último, ante Italia.

Y no se conforman con darlo todo en el campo, la «Oranje Parade» es parte imprescindible del viaje. Una tradición ya, que nació en la Eurocopa masculina de 2004 y que tiene en Henk Van Beek, presidente del Oranje Fan Bus y DJ del desfile, a su principal responsable. El éxito es tal, que la Federación Holandesa colabora con ellos desde hace tiempo.

No hay distinción de género, la «Oranje Parade» acompaña a su selección, pero el triunfo del equipo de Sarina Wiegmann en la Euro 2017 ha multiplicado la participación. Al ritmo de «Links Recht» (tema y coreografía que se han hecho ya virales), miles de personas recorren las calles de la sede de turno.

Lo mejor, la absoluta falta de incidentes. Cuatro policías holandeses acompañan siempre a la hinchada por precaución pero reconocen que su principal función acaba siendo la de intérprete. O la de Pepito Grillo. «Cuando veo a alguien borracho le digo “oye deja ya de beber” y no hay problema», asegura uno de ellos. A.U.L.