Anjel Ordoñez
Periodista
JOPUNTUA

Miro mis tomates

La historia del tomate es sorprendente. Al parecer, fue una de las pocas especies que sobrevivió al cambio climático que se produjo hace aproximadamente 65 millones de años cuando un meteorito se estrelló en la península de Yucatán levantando una nube de polvo de dimensiones bíblicas. De repente, y por lo que se ve, se hizo una noche perpetua que acabó con la supremacía de los dinosaurios y con el 75% de las especies del planeta. Pero no con el tomate. El tomate se salvó, porque supo adaptarse con éxito a aquellas nuevas y rigurosas condiciones climáticas.

Miro mis tomates con admiración, porque son supervivientes de un cataclismo y porque su diversidad genética (posee 35.000 genes, 7.000 más que el ser humano) les coloca en una posición de ventaja respecto a sus colegas de la huerta. De hecho, para la humanidad actual es uno de los vegetales de mayor peso específico, por su extensión, demanda y formas de consumo: existen cerca de 20.000 variedades de tomate en el mundo.

Miro mis tomates con deseo. Gastronómico, se entiende. Son lo más parecido al alimento perfecto: fuente inagotable de vitaminas, notable aportación de minerales, gran riqueza en licopeno (potente antioxidante), rico en alcaloides anticancerígenos… y además es una delicia para el paladar. Los expertos lo consideran uno de los mejores mensajeros del sabor umami en la cocina mediterránea: despierta las papilas gustativas y las pone a bailar con solo un poco de sal y aceite. Y si le añades un poco de jamón…

Pero también miro mis tomates con preocupación. Superaron con nota el asunto del meteorito, pero ¿podrán con el calentamiento global, con el severo estrés al que le exponen las altas temperaturas y la escasez de agua? De corazón espero que sí. Porque, si les soy sincero, ya no me preocupa demasiado la raza humana. Tenemos lo que nos merecemos. Pero, ¿y el tomate? ¿qué culpa tienen mis tomates y sus futuros descendientes de la supina estupidez humana?

Por cierto, el Planeta Tierra ha vivido el mes de julio más caluroso de su historia reciente. ¡Qué bien se estaba en la playa!