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El santoral y la conquista de Navarra


Ignacio de Loyola patrono de Gipuzkoa desde 1620 y de Bizkaia desde 1680. Nacido en Azpeitia en 1491. Tras la conquista de Nafarroa realizada por las tropas castellanas en 1512, hubo una sublevación intentando recuperar el viejo Reyno, teniendo lugar en 1521 la batalla de Pamplona. Sin entrar en el detalle de la sublevación por la reconquista, diré que entre los soldados castellanos defensores de la fortaleza de Pamplona estaba el capitán guipuzcoano Iñigo López de Loyola, más tarde san Ignacio de Loyola, que resultó herido. Entre los atacantes a la fortaleza se hallaban Miguel y Juan, dos hermanos de Francisco de Javier.

Francisco Javier, patrono de Navarra desde 1621. Nacido en 1506 en el castillo de Javier, su padre Juan de Jasso, señor de Javier, era presidente del Real Consejo de los reyes de Navarra Juan de Albret y Catalina de Foix. La familia de Francisco fue desposeída de sus propiedades y el castillo desmochado por orden del gobernador, el cardenal Cisneros.

La Alta Navarra en 1524, con la caída de la plaza navarra de Fuenterrabía, queda en poder del reino de Castilla, mientras que la Baja Navarra, al norte de los Pirineos, se mantendría leal a Juan de Albret en la órbita francesa.

La Alta Navarra mantendría sus instituciones, privilegios y denominación como Reino hasta el siglo XIX en que se transforma en una provincia foral. La Baja Navarra mantendría su estatus de reino hasta la abolición de los privilegios de los territorios de la monarquía francesa, tras la Revolución a finales del siglo XVIII.

Efectivamente las familias de Ignacio y Francisco están personal y políticamente distanciadas, sin embargo, cuando Francisco abraza la carrera eclesiástica y marcha a Paris, se conocen y terminan siendo grandes amigos y colaboradores.

Finalmente, san Prudencio es patrono de Araba desde 1650. Los datos de su vida son confusos y son fruto de leyendas, si bien están relacionados con Soria y la actual Errioxa. Su vida no tiene relación con la problemática de la conquista del reino de Navarra, no así la provincia de Alava, cuyas Juntas Generales siempre mostraron fidelidad y apoyo a la Corona de Castilla.

Las juntas de Guipúzcoa y Vizcaya, a la vista de los patronos que nombran, claramente se muestran sus preferencias. Pintorescamente, entre 1620 y 1680, las provincias vascongadas nombran sus santos patronos. Navarra es conquistada definitivamente en 1524, mientras que las provincias de la Baja Navarra hoy Iparralde, quedan en la zona navarro-francesa. Quizás por quedar bajo influencia protestante, y a causa de las diferencias que tiene con la religión católica se quedaron sin patronos.

Sabido es que las guerras, conquistas y expediciones costaban dinero y que las monarquías no podían hacer frente a tales gastos, por ello, se formaron sociedades comerciales con participación particular, para financiar tales eventos y repartir beneficios. Queda pendiente un análisis económico de la conquista de Navarra al margen de las ideologías actuales, inexistentes en aquella época. Sin embargo, si tiene lugar la creación de una importante sociedad llamada de Jesús, cuya Compañía creada en 1534 y sometida al papado, sí tuvo que ver posteriormente con la problemática del reino de Navarra. Dicha Compañía todavía vigente mantiene su poder.

El papa Julio II en su bula “Pastor IIIe Caelestis”, publicada en julio de 1512, a petición de Fernando el Católico para dar cobertura a su conquista de Navarra, y posteriormente en su bula “Exigit Contumatium” emitida en 1513, excomulgaba a los reyes de Navarra como implicados en el cisma de la Iglesia por ayudar al rey de Francia Luis XII en la guerra contra los Estados Pontificios, legitimando la conquista de Navarra realizada el año anterior por Fernando el Católico.

El papa Julio II concedió en 1512 a Fernando de Aragón el derecho a conquistar Navarra, mediante una bula por la que la Iglesia católica por primera vez destronaba a unos reyes legítimos, para entregar a Castilla el Reyno de Navarra que fue tomado por las armas.

El papa Julio II destronó a los Albret, reyes legítimos de Navarra, al excomulgarles. El papa decretó que los bienes de quienes habían actuado contra la Santa Sede, los de sus aliados o de quienes habían ayudado a Francia, debían pasar a dominio público, «para que el que los tome, se apodere de ellos». Aunque las bulas no mencionaban de manera explícita a los Reyes de Navarra, más tarde acusaron a Juan (Joanes) y Catalina de Albret de delitos de cisma y herejía. Les condenaban al castigo de excomunión y a que todos sus bienes, incluido el Reino, fuesen confiscados. Teniendo en cuenta que Castilla ayudó al papa en la guerra contra los Estados Pontificios, la capitulación de esa Alianza Santa, donde no se mencionaba expresamente a Navarra, le reconoció a Fernando de Aragón el derecho a conquistar el Reino. Es justo recordar que no solo las huestes castellanas acabaron con el reino de Navarra, sino que también la santa madre Iglesia tuvo algo que ver.

En aquel momento la Iglesia católica estaba altamente corrompida y Castilla era la primera potencia mundial. Los intereses de la Santa Sede en Italia coincidían con los de Castilla-Aragón y, por lo tanto, eran opuestos a los del Rey de Francia.

Y así es como la Compañía aunó en el tema de Navarra, a las familias de Ignacio y Francisco «Ad Mayorem Dei Gloriam».