El clarinete de Schumann y Brahms no encajó en San Telmo
A veces ocurre que un músico es muy bueno pero no se presenta en el lugar o el momento adecuado. Es lo que sucedió el jueves en el último de los conciertos de la Quincena Musical en San Telmo, el ciclo de música de cámara por el que este verano han pasado el gran acordeonista Iñaki Alberdi y el excelente Cuarteto Gerhard, y en ediciones anteriores artistas como Judith Jáuregui, Lina Tur Bonet o The Brahms Project. Ona Cardona es una clarinetista muy competente, sin duda, pero quizá le quedaba un poco grande este escenario. Se lanzó además a por obras absolutamente centrales del repertorio para clarinete, las fantasías/romanzas de Schumann y las sonatas de Brahms, lo que nos hizo establecer demasiadas comparaciones con otras versiones de estas partituras tan visitadas por los clarinetistas y conocidas por el público. Y en esas (odiosas) comparaciones, el trabajo de Cardona se percibió algo plano.
Cardona destacó sobre todo por su seguridad: no hubo prácticamente ningún error a lo largo de la hora larga de recital. Esto ya es muy meritorio, porque los tiempos rápidos de las sonatas de Brahms son francamente difíciles. Pero otros detalles empañaron su trabajo: que el sonido perdiese su redondez en muchos momentos, que la afinación no siempre fuera perfecta, que escuchásemos aire en exceso en los pasajes en pianissimo... y, en general, que faltase algo más de fluidez y de intención camerística en sus interpretaciones. Desde el punto de vista de la músicalidad, los momentos más inspirados llegaron casi siempre desde el piano de Josep Colom, que fue un acompañante de lujo para estas creaciones en las que la escritura pianística tiene tanto peso. Dio la sensación de que Colom se movía mucho más cómodo que Cardona a través de estas páginas puramente románticas, marcando los clímax, los cambios de tempo, arrojándose sin miedo a la subjetividad de un discurso que a menudo simula la apasionada conversación de dos poetas. Pero la mirada de la clarinetista parecía inclinarse por la objetividad de la partitura, así que en otros terrenos, por ejemplo el clásico o el contemporáneo, que Cardona trabaja a menudo, sus cualidades quizá hubieran brillado más.
Con un bis dedicado a Debussy se cerró esta edición de los Jueves Musicales de San Telmo, que parece que se van a convertir definitivamente en el espacio de la Quincen Musical para la música de cámara. Pero el claustro del museo tienen sus caprichos y su acústica, si bien respetó a Alberdi y a Cardona, fue un hándicap para el Cuarteto Gerhard. Por eso, y por otras razones, habrá que elegir cuidadosamente a los artistas.