Itziar Ziga
Escritora y feminista
JOPUNTUA

Ay, qué pesadas las catalanas

Ya están las catalanas con la matraca del procés, las que faltaban. Eran pesadas cuando parecían tranquilitas, bastante más cargantes que las vascas, que muy tranquilitas no las recordamos. Pero lo de ahora, ya es insufrible. Otra vez la puta Diada, vamos a repetir que se están desinflando. Aunque las avenidas de Barcelona vuelvan a excitarse pletóricas con esa insurgente muchedumbre estelada. Joder, las mujeres ya no son lo que eran. Antes había cuatro feministas histéricas dando la tabarra, a ver, nunca fueron cuatro: si no jamás habrían arrancado al sistema el sufragio, el divorcio, el aborto... Nunca les hemos regalado nada. Una flor, quizás; la igualdad salarial, tendrán que peleársela. Y es lo que hacen, sin tregua, pero han conseguido que más mujeres que nunca se identifiquen como feministas. ¡Hasta las más bellas actrices hablan contra el patriarcado! Y encima todas andan contando que se han encamado entre ellas. Qué Disney deje de encumbrar a niñas, ya no fabrica juguetes rotos sino forajidas queer. ¡Hannah Montana is the devil! Ya no piden permiso ni perdón, la letra escarlata es una pegatina resbaladiza y trasnochada en medio de una marabunta enfebrecida y feminista. Y luego está toda esa horda infame y desgenerada, nuevas generaciones que parecen haber nacido travestis, como si hubieran mamado de la teta de Carmen de Mairena. Condenados géneros fluidos, las embarazadas ya no te dicen si es niño o niña, no puedes ni preguntarlo. Porque probablemente no será niño ni será niña: será feminista y antiespañol.

Tengo 45 años y nunca me había sabido tan en mi tiempo. Por primera vez en mi vida, creo que podemos derribar al patriarcado y al imperio. Hasta concluyo una columna citando a Ricky Martin. «El orgullo gay no nació de la necesidad de celebrar el hecho de ser gay, sino de nuestro derecho a existir libres de persecución y discriminación. Así que, en lugar de preguntarte por qué no hay un movimiento de orgullo heterosexual, agradece que no necesitas uno».