Xabier Basabe
KOLABORAZIOA

¿Y si hablamos de soberanía climática?

Estamos ante la crisis climática, y parece que le damos por fin unas dimensiones adecuadas al problema. Conocemos las consecuencias, sabemos qué factores lo originan pero no llegamos a un consenso de base que permita un cambio que haga de este un planeta sostenible.

Asumido el problema, es momento de plantear soluciones de calado y estructurales.

El clima es importante, defender el planeta, pero otra vez hay dos formas de atajar el problema. Una, integral y social, y otra capitalista de consumo, de consumo verde en este caso. Se nos está vendiendo que salvar el planeta es cambiar de consumir su producto normal por el ecofriendly. El greencapital nace para salvar empresas, no el planeta.

Y en este momento es donde no debemos confundir progreso con tecnología y consumo. Nos dirán que al atacar el consumo estamos atacando el progreso, como una especie de ideología suprema, cuando en realidad quieren decir comprar el nuevo equipo, aparato o experiencia que nos quieran vender.

En la base de este sistema está en que nos dictan cómo debemos ser felices, a qué debemos aspirar, qué necesitamos consumir. Convertir la felicidad en consumo, esta es la «zanahoria»por la que nos hacen querer ser youtubers, emprendedores, travelers... no quieren ciudadanos sino consumidores. El capitalismo sigue necesitando el mass consuptiom para un mass production.

La revolución es parar esa rueda consumista. Tomar conciencia de que una vida sencilla es una vida plena. Volver a medir el bienestar en términos no mercantiles, nos han robado hasta el alma porque ahora nos venden incluso experiencias. Cuando la única que necesitamos es la voz de la experiencia, ya que el pasado puede guiarnos pues fuimos un planeta sostenible. Podríamos poner el ejemplo de cómo cuando ahora planteamos ideas medioambientales para una vida sin plástico recuperar cuando antes se hacía o se vivía sin plástico, debemos desaprender desconsumiendo.

Entendiendo que desconsumir no es un simple consumir menos, es consumir cercano, consumir consciente y no consumir globalizado o a golpe de impulso de publicidad y presión social (de red social). Consumir sin un ansía capitalista que empuja al consumir por consumir.

La propuesta real es un «regreso al futuro». Volver a prácticas y, sobre todo, a valores de antaño cuando ya vivíamos sin plástico. Esa «solución» viene por una forma de vivir que condicione el consumo, la producción y hasta nuestras relaciones. Viene más por una vuelta a esas forma de vida anterior que en la década de los 80 se intentó recuperar con el movimiento slow (slow food, slow life, cittaslow). Prácticas que hoy tienen su continuidad en grupos de consumo, cooperativas agrícolas etc…

Entonces, ¿qué tal si hablamos de soberanía climática?

Calidad del aire, calidad del agua… van unidas al concepto mismo de calidad de vida. Debemos desvincular ese concepto del mercado, del capitalismo, puesto que no puede estar sujeto a crisis. Es por tanto la soberanía energética, alimentaria... la base para darse como consecuencia una soberanía climática. Dejar de concebir el planeta como materia prima de producción y tratarla como un hogar, cambiando nuestro modo de vida es posible.

Cambiemos, y el clima cambiará con nosotros.