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EDITORIALA

El feminismo muestra en Durango su fuerza emancipadora


Es difícil que en este momento un movimiento sociopolítico que no sea el feminismo sea capaz de reunir en Euskal Herria a 3.000 participantes en unas jornadas de tres días para poner en común experiencias y debatir sobre las líneas estratégicas a seguir. El feminismo es una revolución en marcha a nivel mundial y en Euskal Herria tiene un potencial inspirador. Las V. Jornadas Feministas de Euskal Herria así lo certifican.

A su vez, en cualquier otro foro sería imposible semejante nivel de pluralidad en orígenes, generaciones, formas de vida, deseos, ambiciones particulares y colectivas, perspectivas e ideologías. Esa pluralidad está provocando en Durango debates intensos y complejos, incómodos en algunos casos, sin una conclusión clara o definitiva en muchos casos. Sin embargo, están siendo fructíferos y prácticos: marcarán la agenda pública y provocarán cambios políticos en los próximos años.

Son debates difíciles de asumir y comprender desde los parámetros tradicionales del debate político –parámetros heteropatriarcales, al fin y al cabo–, pero son capaces de abrir vías que sirvan para avanzar en la emancipación política y social. Por eso, nadie que luche por la libertad, la igualdad y la justicia puede abstraerse de ellos. Minusvalorarlos es, además, un error de cálculo.

El feminismo se aprende y se mejora

Una de las características más reseñables de estas jornadas es el componente intergeneracional. Las genealogías aquí tienen importancia y ahí se sitúan la transmisión de las luchas, los debates y su evolución. En ese sentido hay que destacar la capacidad que tiene el feminismo para vincular dentro de una tradición diversa a miles de jóvenes. Junto con la crisis medioambiental, forma parte de una nueva agenda que tiene prioridades diferentes y otras formas de compromiso.

En contra de lo que piensan algunos, esto no es una moda. El feminismo ni se adopta ni se compra; se aprende leyendo, compartiendo, practicándolo y militando. Se entiende revisándose a uno o a una misma, cometiendo errores y cambiando, contrastando y reformulando posturas. Se comprende si se concibe el patriarcado, con su sexismo y su misoginia, como un sistema, y el feminismo como su solución política. Tal y como señala bell hooks, «el feminismo es un movimiento para acabar con el sexismo, la explotación sexista y la opresión», y por eso es para todo el mundo.

Las jornadas están teniendo cinco ejes centrales: observando las entrañas del movimiento feminista; agenda para situar las vidas en el centro; construyendo vidas libres de violencia; cuerpos, soberanías y decolonialidad; y sexualidades. Los debates están mostrando los puntos críticos, pero también perspectivas para ir desatando nudos. Por ejemplo, el feminismo «hegemónico» ha escuchado críticas que le harán pensar y cambiar.

Un país a la altura de esta fuerza

Toda visión de Euskal Herria que se sostenga sobre los valores de la igualdad, la justicia, la democracia y la libertad debe tener como eje principal el feminismo. Eso no implica una concepción concreta del mismo, pero sí una perspectiva común mínima y una dialéctica con esta lucha, respetando y participando de los debates que este fin de semana se están llevando a cabo en Durango.

Esto es aún más claro en el caso de un proyecto de emancipación nacional y social. La independencia y la soberanía siempre estarían desequilibradas si en un Estado vasco se reprodujesen las discriminaciones, las ciudadanías de diferente categoría, la violación de derechos, la injusticia y la violencia estructural contra una parte de la sociedad. La interseccionalidad feminista puede transferir contenido al independentismo vasco.

Hace 42 años, en 1977, las primeras jornadas tuvieron lugar en Leioa, con Franco muerto pero el franquismo peleando por mantener su poder y con la sociedad vasca en plena efervescencia política. Entonces se reunieron 3.000 personas. 2019 en Durango ha llegado con la exhumación de Franco convertida en un segundo funeral de Estado, con el totalitarismo en pleno auge a nivel global y con su versión falangista y trifachita a nivel estatal. Frente a este sistema tóxico y a todas sus injusticias, el movimiento feminista de Euskal Herria ha logrado reunir de nuevo a otras 3.000 personas para interpelar a todas las estructuras del país, a las fuerzas políticas, a la sociedad civil, y llamarles a asumir la responsabilidad común de construir una sociedad feminista que sitúe la vida en el centro.