En una comparecencia calcada a la de abril, Idoia Mendia se felicitaba la noche del domingo por los resultados obtenidos en la CAV, donde, según dijo, el PSOE había mostrado «una gran fortaleza». Los datos, sin embargo, indican lo contrario. No solo porque ha perdido casi treinta mil votos respecto a las anteriores elecciones, sino porque ya en aquellas su partido andaba en mínimos, con cifras que solo habían sido peores los años 2015 y 2016. La secretaria general del PSE se escuda en esa doble cita, desastrosa para sus intereses, para hacer una lectura muy benevolente de lo que objetivamente son unos resultados malos si nos atenemos a la serie histórica. Lo fueron en primavera y son peores en otoño.

Una «gran fortaleza» fue lo que mostró en 2008, con Rodríguez Zapatero en el Gobierno, cuando superó los 430.000 votos y sumó hasta nueve diputados. Los cuatro de ahora constituyen su segunda peor marca.

Ese año 2008 dejó el mejor registro del PSOE en Hego Euskal Herria, con 548.610 votos y once escaños. Por contra, el 10N ha obtenido 240.000 sufragios menos, y además ha perdido uno de sus representantes, en Nafarroa. En ese herrialde logró por poco mantener el segundo escaño en abril, y las once mil papeletas menos del domingo le han penalizado, dejando a Santos Cerdán como único representante del PSN en el Congreso.

No hay «efecto Gobierno»

Es evidente que el PSOE no ha logrado rentabilizar la llegada de María Chivite a la presidencia del Ejecutivo de Iruñea, aunque le queda el consuelo de que tampoco lo ha hecho Navarra Suma, que pierde nueve mil votos respecto al 28 de abril. Tampoco le ha sacado de momento partido a su participación en el Gobierno de Lakua, donde el PNV no solo se lleva los mejores planos sino también los votos.

En la rueda de prensa del domingo, Mendia puso en valor que su partido ha mostrado tener «un suelo sólido», y de momento el PSOE parece resignarse en Euskal Herria a andar más cerca del suelo que de su techo.