NOV. 30 2019 JOPUNTUA Personas normales y apolíticas, ¿como Franco? Floren Aoiz @elomendia Alas derechas les gustan las normas, pero, cuidado, no todas. No les molan las normas que cuestionan los privilegios de las élites o la primacia de los intereses privados. No les gustan las que hacen que paguen más quienes más tienen. Rechazan las normas contra el machismo, el racismo o la xenofobia. Tampoco les agradan las normas para evitar que las fuerzas policiales usen la porra a la primera de cambio. Y, sobre todo, odian las normas que habilitan mecanismos de participación popular. A las personas normales –o sea, de derechas–, no les gustan estas normas porque no son normas normales. Cuando han vuelto al Ayuntamiento de Iruñea las personas normales, con Maya a la cabeza, han traído sus normas normales: pleitesía a la Iglesia, subida de las dietas, euskarafobia, censura de toda actividad cultural o práctica asociativa que no controlan, etc. Una vez recuperada la normalidad, ninguna norma de contratación está por encima de la voluntad de censurar: ¿cómo va a permitir un alcalde normal que unos payasos hagan política? La gente normal, como es de sobra conocido, se mantiene en estado de alerta ante la política, porque la política es mala y no debe permitirse que se acerque a la infancia. Otra cosa son los curas, con ellos no hay peligro alguno, ellos sí pueden acercarse cuanto deseen, porque ellos son normales. A las gentes normales, o sea, de derechas, no les gusta que se lo recordemos, pero todo esto tiene un tufo a sacristía y democracia orgánica, o sea, franquista, que no hay desodorante ni colonia cara que pueda tapar. Mayor Oreja, otro tipo normal, colega de los de Navarra Suma, ya dijo que «muchas familias» vivieron el franquismo «con naturalidad y normalidad». De modo que no cuesta imaginarse a Maya diciendo a Porrotx, como Franco a Sabino Alonso, «usted haga como yo y no se meta en política» y añadiendo «no me temblará la mano…» otra frase del «Caudillo». A las derechas les gustan las normas, pero, cuidado, no todas. No les molan las normas que cuestionan los privilegios de las élites o la primacia de los intereses privados