FEB. 09 2020 SELLO E HISTORIA VASCAS EN EL MIRANDÉS QUE DESLUMBRA AL PLANETA FÚTBOL El Mirandés que debutó en Segunda en 2012 tenía ocho jugadores vascos en su primer once «profesional». Aquella temporada llegó a semifinales de Copa y ahora lo ha vuelto a hacer, de nuevo con la aportación vasca de Iraola, Merquelanz, Odei... Ese sello está hasta en su himno, compuesto por el bermeoarra Gregorio Solabarrieta. Ramón SOLA Los «rojillos» de Miranda de Ebro vuelven a deslumbrar al planeta fútbol, con otra semifinal copera que les pone en el mapa más allá incluso del Estado español. Desde arriba estará sonriendo con las eliminaciones de los tres Primeras (Celta, Sevilla y Villarreal) el cronista de su historia, Tinín Melgosa, fallecido el pasado diciembre, justo cuando el Mirandés empezaba este exitoso periplo copero eliminado al Coruxo gallego. Bucear en el legado escrito por Melgosa es sumergirse en la historia de un club que siempre ha tenido un sello muy vasco, como corresponde a una ciudad mucho más cercana a Gasteiz (35 kilómetros) que a su capital de provincia, Burgos (86). Y que casi siempre ha competido con clubes vascos, bien en la Tercera de antaño o en la actual Segunda B. De hecho, su primer rival en 1927 fue el Arabarra de Gasteiz; y tras su refundación en 1944 se estrenó con el Vasconia de Donostia. Cuando el Mirandés superó este listón para llegar a Segunda, al fútbol profesional (2012), en su primer once había nada menos que ocho vascos; el más conocido de ellos, el ex-Athletic Koikili Lertxundi. Y en el banquillo, el vizcaino Carlos Pouso. Hoy el que era compañero de Koikili en la otra banda de San Mamés, Andoni Iraola, entrena a este Mirandés muy moderno: organización, presión y contrataque fulminante. A sus 37 años, Iraola apunta muy alto en su primera temporada en un banquillo de Segunda. Por cierto, su segundo también es euskaldun y también jovencísimo: el beasaindarra Unai Mendia (38). Siete vascos completan la plantilla; no es exagerado para lo que ha sido tradicional en Anduva. Dos veteranos en la zaga: el hernaniarra Kijera (33 años) y el lekeitiarra Odei (30), trotamundos del fútbol vasco, habitualmente en Segunda B; dos cedidos de la Real que volverán a Zubieta, el irundarra Merquelanz y el azpeitiarra Guridi, ambos de 24; Iñigo Vicente, de Derio, procedente de la cantera del Athletic (23), en el mismo medio campo, al igual que Alvaro Peña (28); y el navarro de Lizarra Mario Barco (27 años), ex de Lugo o Cádiz, en la nómina de delanteros. Odei y Merquelanz marcaron el 4-2 que tumbó al Villarreal el miércoles. Había un octavo en la plantilla en la primera vuelta, Galder Cerrajería, que acaba de pasar al Burgos. Lillo, Arconada, Urtubi, Vera Díaz de Cerio... Este es rabioso presente. Mirando al pasado reciente, pocos recordarán que en el banquillo de Anduva se sentó por ejemplo el tolosarra Juanma Lillo entre 1988-91, cuando empezaba su prestigiosa carrera; que antes lo hizo Ismael Urtubi, el talentoso interior izquierdo del Athletic campeón de Clemente; o que más recientemente ha tenido como míster a Gonzalo Arconada, hoy técnico de la Real femenina. Antes en los 60 y los 70 el Mirandés se nutrió mucho del fútbol navarro: Nemes Esparza, Carmelo Andueza, Arroyabe, Sola... De todo ello dio cuenta exhaustiva el recién fallecido Melgosa, que había empezado también su carrera periodística en Gasteiz, en ‘El Pensamiento Alavés’. Ya en este siglo por su plantilla han pasado jugadores navarros que no necesitan presentación (Txomin Nagore, Ion Vélez...). También vizcainos (Urko Vera...), guipuzcoanos (Iñigo Díaz de Cerio...) y lógicamente alaveses (Igor Martínez, Roberto Olabe..). La lista de vascos los 92 años del club sería interminable. Hasta el himno mirandesista fue compuesto por un euskaldun, el bermeoarra Gregorio Solabarrieta, nacido en 1900 y fallecido en Miranda de Ebro en 1978: «Empujen los rojillos con brío temerario/ arrollen al contrario con fuerza de huracán». Un huracán con mucho componente noroeste, que ha barrido en tres semanas a tres equipos de la Liga de las Estrellas y sigue soplando por toda una final de Copa.