FEB. 20 2020 JO PUNTUA Navarros no vascoparlantes Alberto Matxain Un 75% de navarros no sabe nada de euskara. Algunos de ellos sienten simpatía y cercanía hacia nuestra lengua, tal vez la aprendan en el futuro. Otros, la quieren limitada en su reserva del norte. Si alguien les pregunta, responden «yo estoy a favor, pero que no me lo impongan», expresando algo así como «si tiene que existir, al menos que no moleste». También hay quien no quiere ni oírlo y es maleducado cuando alguien le habla en euskara. Según Soziolinguistika Klusterra, entre 1987 y 2016, la proporción de navarros que se expresa en la linguae navarrorum en su día a día se ha mantenido en torno al 6,5% de la población. Esto ha sido así gracias al inmenso esfuerzo que han hecho miles de personas (aprendiéndolo, enseñándolo, reivindicando y, cuando ha sido posible, abriéndole nuevos espacios), y a pesar de las políticas de contención y obstáculo permanente que UPN y PSN han desarrollado durante décadas. Cuarenta años de dialéctica entre fomento y freno que mantienen a nuestra lengua estancada en una situación preocupante. Es tiempo de desbordar esa dialéctica y superar a quienes frenan el desarrollo del euskara. Si nuestros gobernantes han adoptado y adoptan políticas de contención es por el apoyo activo de miles de euskarófobos, pero, sobre todo, es gracias al consentimiento de una gran masa no vascoparlante. Consienten que Enrique Maya reduzca las escuelas infantiles municipales en euskara a una sola. Toleran la descarada euskarafobia de Alejandro Toquero. Aceptan que las oposiciones privilegien la ignorancia y penalicen a quien conoce los dos idiomas que se hablan en Nafarroa, etc. Esto debe cambiar. Es esencial ganar apoyos y compromisos a favor del euskara en ese 75% de navarros. Es imprescindible que una parte significativa de esa masa no vascoparlante asuma responsabilidades hacia un elemento esencial de la cultura navarra. Al menos, si no queremos seguir como hasta ahora y que dentro de cuarenta años el uso del euskara siga acotado al 6,5% de la población navarra, o, por qué no, que sea sustituido por el castellano. Cuarenta años de dialéctica entre fomento y freno que mantienen a nuestra lengua estancada en una situación preocupante. Es tiempo de desbordar esa dialéctica