MAR. 12 2020 Fútbol internacional Hijo de... Mientras el coronavirus del momento hace estragos en las competiciones, en la Bundesliga se protegen contra los millonarios. Joseba VIVANCO El Diego en el banquillo de los ‘Lobos’ de Gimnasia y Esgrima. El Diego que dirigía su primer encuentro como entrenador ante su ex Boca Juniors. La Bombonera. El barrio de la Boca, el más colorido y pintoresco, levantando a base de las chapas que usaban los barcos de contrapeso, asados improvisados en plena vereda, el de la calle Caminito que tiene su propio tango.... el del Museo de la pasión boquense. Homenaje al ‘D10s’ en los prolegómenos, y en juego el título de la Superliga argentina. Hace solo dos jornadas River Plate lo tenía todo a favor, este sábado se jugaban la gloria a kilómetros de distancia en la última fecha del Campeonato nacional. Podía pasar cualquier cosa. Brindisi le entregaba una placa a Maradona en los prolegómenos; ambos fueron campeones con Boca del Metropolitano en 1981. Russo, el ahora técnico local, jugó al lado del ‘Pelusa’ en la fase de clasificación para el Mundial de Méjico´86, y hoy cada uno se sentaba en un banquillo. Un guerrero xeneize que peina ya 36 ‘tacos’ se dirige al banquillo visitante y funde sus labios con los de Maradona en un beso azul y oro. Es el ‘Apache’ Carlitos Tévez, el héroe que volvió al potrero, al barrio, para desde 21 metros de distancia marcar el único gol del duelo y darle el entorchado a Boca, con River no pudiendo pasar del empate en cancha de Atlético Tucumán. ¡Menuda noche en la Bombonera! Brindisi, Maradona, Tévez y en el palco Juan Román Riquelme tomándose un mate. Argentina es otra cosa. Boca es campeón por cuarta vez en las últimas seis ediciones del torneo argentino y Marcelo Gallardo, el laureado técnico de los ‘Millonarios’ de River, sigue sin poder levantar el título del que es 3 veces subcampeón. Boca consigue su 34º título de liga, a uno de igualar a River como el más ganador en Argentina. «El amor por el fútbol es el amor por la vida, que es el amor por la superación de los pueblos». Lo dijo un buen aficionado como Hugo Chávez, amigo del Diego, del cual se cumplen ahora siete años de su muerte. En 2009, el entonces líder libio Muammar Gadaffi llegó a construir el Hugo Chávez Football Stadium, un recinto que la oposición libia lo rebautizó como ‘Mártires de febrero’, en homenaje a las víctimas de la revolución contra el propio Gadafi. Este jornada no han sido pocas las hinchadas del mundo que desplegaron en estadios banderas con la imagen de Chávez. En Alemania también se han asomado muchas pancartas. «El fútbol refleja a la perfección todos los vicios de la globalización: hay cada vez menos ricos y cada vez más pobres», sostenía otro argentino de fácil dicción como Jorge Valdano. «Nos queda el talento de los mejores. Nos quedan algunos entrenadores interesantes que no bastardean el fútbol. Y nos queda la ingenuidad del hincha. Y la parte mala es la ley del gallinero que siempre ha definido al capitalismo más feroz: la gallina de arriba caga a la gallina de abajo». Perdón a las putas Los vicios de la globalización que impregnan el fútbol y al que en Alemania los hinchas parecen resistirse, enarbolando la tradicional propiedad de los clubes en manos de los socios. Una jornada atrás se vivió la gota que colmó el vaso y lo sucedido en el Hoffenheim-Bayern, lejos de moderar ánimos, ha desatado la imaginación al poder. El insulto dio paso este fin de semana al humor más irónico en los estadios, donde a aquel ‘‘Dietmar Hopp hijo de puta’’ de enorme repercusión mediática, le han seguido un rosario de secuelas a cada cual más imaginativa. Desde ‘‘Dietmar Hopp hijo de una madre’’, a la aficion del Schalke pidiendo disculpas a las putas por haberlas nombrado al insultar a Hopp. Los seguidores del Eintracht diseñaron una dirigida a su entrenador: ‘‘Adi, avísanos cuando necesites que paremos el partido’’, después de que el Hoffenheim-Bayern se interrumpiera hace una semana tras los insultos desde el graderío. En el campo del Schalke siguieron también parecida línea argumentaria: ‘‘¿Si sacamos una pancarta que ponga Hijo de *** se termina el partido y vamos directos a los penaltis?’’. Cortita y al pie la pancarta en Kaiserslautern: ‘‘¿Racismo en el estadio? Nunca lo he escuchado ¿Corrupción en la DFB (Federación alemana)? Nunca ha pasado ¿Insultos a un sponsor? Prohibiciones a fans, se paran partidos... Esto recuerda a tiempos muy oscuros. Qué te den, DFB’’. Y es que ha sido muy llamativo que el Bayern lance ahora una gran campaña mediática contra el racismo, no vaya a ser que parezca que solo indignan los insultos contra el dueño del Hoffenheim, cuya empresa es, casualmente, el partner tecnológico del propio Bayern. ‘‘Hacer la pelota a los millonarios en vez de buscar soluciones a los problemas’’, se leía en una pancarta desplegada en la grada del Dortmund, junto a otra en la que señalaba nombres y apellidos: ‘‘Die hässlichen Fratzen des Fußballs!’’ o ‘‘Las caras feas del fútbol’’, con las imágenes de Dietmar Hopp, el director del Bayern, Karl-Heinz Rummenigge, y la Federación alemana. ‘‘Sobornos, multas, muertos en Qatar. La cara más fea del fútbol la tenemos clara’’, rezaba otra aludiendo a las críticas de Rummenigge hacia quienes arremeten hacia el dueño del Hoffenheim. «Muchas veces pienso si podremos algún día dirigir este entusiasmo que gastamos en el fútbol hacia algo positivo para la humanidad, pues a fin de cuentas el fútbol y la tierra tienen algo en común: ambos son una bola. Y atrás de una bola vemos niños y adultos, blancos y negros, altos y bajos, flacos o gordos. Con la misma filosofía, todos a fantasear sobre su propia vida», reflexionaba el brasileño Sócrates, extraordinario jugador y rostro de la Democracia Corinthiana. Y si «la gente no tiene el poder de decir las cosas, entonces yo las digo por ellos». Y Pep Guardiola, al margen de lo deportivo, de perder esta jornada el derbi de Manchester ante los Red Devils (2-0), posó con una bandera chilena en la que se leía la leyenda ‘‘Chile no se rinde’’. Y la grada de Celtic Park se plagaba de banderas palestinas, y en el AEK-Aris Salónica de la Superlia griega se extendía una pancarta que muchos firmarían: ‘‘Erdogan hijo de puta’’. Nueve muertos en Guinea Lástima que ahora que la cosa en los graderíos se ponía entretenida ha llegado el coronavirus y ha mandado a parar. En Italia queda pospuesta hasta el 3 de abril la competición –los clubes perderán más de 30 millones de euros–, y en Suiza y Austria también se para el fútbol; en las ligas española, francesa, polaca o griega se jugará sin rugidos en las gradas; en la Bundesliga los partidos se disputarán algunos a puerta cerrada, y en Portugal igual; cada vez más clubes eliminan el pasamanos, en África los vemos saludarse con las rodillas, en Bulgaria prohiben a los futbolistas ir en transporte público o a restaurantes, el primer positivo de un jugador ha sido en el Hannover alemán... Aunque nada comparable a la tragedia vivida en Guinea, donde nueve jugadores del Sportif Etoile fallecieron en accidente de autobús, entre ellos, un hermano de Naby Keita, del Liverpool. Los Reds de Jurgen Klopp, por cierto, pueden salir campeones este fin de semana si el City vuelve a pinchar. En Italia, paso de gigante de la Juventus, 2-0, sin público, al Inter. Y ahora que esto se ponía emocionante irrumpe este hijo de... de coronavirus. Si pudiéranos, como replicó El Diego, «qué esquiúsmi, ni esquiúsmi (por el ‘disculpe’ en inglés). La próxima te meto una patada en los huevos».