Raimundo Fitero
DE REOJO

De fondo

La tendencia de los decorados en los que la inmensa mayoría de los colaboradores, invitados, corresponsales, meteorólogos y tertulianos confinados de enmarcan para sus circunstanciales conexiones, es la de mostrar total o parcialmente una librería bien dotada. Al menos en cantidad. Esos fondos se convierten en genuinas declaraciones de principios estéticos, éticos y políticos. Mi diversión actual es contar primero y detallar después los libros que nos exhiben los que intervienen a larga distancia. La vídeo conferencia se ha instalado como algo totalmente funcional, útil y que suple con garantías otras posibilidades. No hace falta desplazar equipos, no es preciso hacer un gasto desmesurado de datos o de electricidad, con el ordenador o el teléfono inteligente es suficiente. Eso sí, hay que empezar a cuidar los fondos del encuadre, ya sea con revisión de las esquinas de tu casa o moviendo recursos decorativos, especialmente libros, aunque se tengan que pedir a la vecina.

Por lo tanto, y en un ataque de optimismo residual, este momento devastador de tantas ilusiones, puede devolvernos aquella curiosa circunstancia de los años setenta y ochenta del siglo veinte en la que se vendían colecciones de libros por metros y colores. El prolífico mundo de la cultura portátil debe estar viendo ya magníficas oportunidades en esta situación. Y unir conexiones en directo por redes de datos, voz y sonido, a metros cúbicos de papel, cartón, estanterías y pequeños objetos decorativos es una magnífica propaganda sobrevenida de esos almacenes de muebles desmontados y llaves Allen, que han conformado una ideología sustentada en la utilidad de lo inútil y del espacio marcado por unas formas socializadas a base de la masificación y los precios asequibles. La otra tendencia es la de banderas y demagogias retrógradas de estética repugnante.