SEIS MUERTES EN UN DÍA, FALTA DE TEST, CAOS… EL DRAMA EN UNA RESIDENCIA
CAOS, FRUSTRACIÓN, FALTA DE MATERIAL Y DE PERSONAL POR EL ALTO NÚMERO DE BAJAS, TEST TARDÍOS E INSUFICIENTES, ANCIANOS CON COVID-19 Y LOS NO TESTEADOS MEZCLADOS... Y LA IMPOTENCIA DE VER LA MUERTE CASI A DIARIO. ES EL TESTIMONIO DE UNA TRABAJADORA, AUXILIAR DE LA RESIDENCIA DE ANCIANOS BERRA DE DONOSTIA, A GARA.
«El martes fallecieron dos residentes, uno de Covid-19 y el otro, no se sabe. En una tarde-noche llegaron a morir seis», afirma esta trabajadora de la residencia Berra de Altza (Donostia), que en las últimas horas ha alcanzado gran viralidad en las redes sociales como ejemplo de la dramática situación en muchos de estos centros.
Detalla a GARA que seis de las ocho enfermeras están de baja, por lo que solo dos están en activo para atender a los 140 residentes de Berra. Entre el resto del personal hay una treinta de bajas laborales y solo un médico. «Lo que estamos viendo y viviendo a diario es un auténtico caos y descontrol. Este virus está arrasando con nuestros ancianos», subraya esta auxiliar. «Esto más que a una residencia, se parece a un hospital», destaca. Ayer por la mañana se desplazaron a Berra un médico y tres enfermeras de Osakidetza.
Le cuesta contener la emoción. «En una misma tarde-noche fallecieron seis ancianos. Ayer, como te digo, otros dos, uno por Covid-19 y el otro no se sabe porque no le hicieron la prueba y, por tanto, no computa en las estadísticas. No sabemos a ciencia cierta cuántos ancianos han muerto ya por el coronavirus porque –insiste– solo hacen los test a quienes presentan síntomas, y ¿el resto?», remarca. Se ha dado el caso de que «en una habitación, de dos ocupantes una presentaba síntomas y la otra no. Solo le hicieron el test a la que tenía síntomas y, tras dar positivo, fue trasladada a otro lugar. Pero a su compañera de habitación no se lo hicieron y estuvo andando por los pasillos y en contacto con otros residentes hasta que días después empezó con décimas de fiebre y también dio positivo».
Solo una mascarilla
El pasado sábado les hicieron la prueba del frotis y una analítica a todos los trabajadores de Berra para saber si son portadores de anticuerpos, pero no a todos los residentes. La falta de material de protección adecuado es otra de las quejas del personal de esta y otras residencias. «Al principio de la epidemia, una enfermera nos dijo que no hacía falta usar mascarilla. Ella misma estaba convencida de ello. Aunque ahora está llegando algo más de material, estamos usando hasta bolsas de basura. Nos dan una mascarilla quirúrgica para toda una semana cuando los turnos de trabajo son de siete horas –la duración de este tipo de mascarilla oscila entre las 5-6 horas–. Hace diez días más o menos, ya pierdo la noción del tiempo, empezamos a usar la mascarilla FFP2. Ahora, llevamos ambas, una encima de la otra», señala.
Son ellas las encargadas de recoger la ropa y pertenencias de los fallecidos. «Los bomberos desinfectan la habitación, pero los objetos personales del fallecido se quedan ahí, hasta la dentadura postiza. Separamos lo que nos parece de más valor y el resto lo metemos en bolsas de basura de color rojo y lo depositamos en los contenedores».
La saturación que esta epidemia esta generando se hace sentir también en el traslado de los fallecidos. «Las funerarias tardan en llegar. Aunque la residencia cuenta con tanatorio propio, el cuerpo de uno de los residentes fallecidos estuvo todo el día ahí», se lamenta.
Ve incomprensible que hasta el sábado convivieran en una misma planta, aunque en habitaciones diferentes, enfermos con Covid-19 con otros que no presentaban síntomas. «El domingo, aquello fue un caos y una locura. Mover camas de un lado a otro, a los positivos en una parte, a los asintomáticos en otra. Algunos positivos han sido trasladados a la Cruz Roja. Esto es un infierno. Deberían hacer test a todos, porque quien hoy no presenta síntomas, al día siguiente sí los tiene».
Preguntada por el estado de ánimo de los residentes, explica que «sin actividades, sin poder salir al jardín, sin poder salir apenas de la habitación, sin poder asistir a la misa del viernes por la tarde, otra vía de socialización, se sienten muy desorientados. Los días se les hacen eternos, de la cama, a la silla, y de la silla a la cama. Ya no saben si entras con el desayuno, con la cena o la merienda», se lamenta esta auxiliar.
«La situación es gravísima»
En una carta enviada al Colegio de Enfermería de Gipuzkoa, una enfermera de Berra califica de «gravísima la situación».
«Mi compañera está ahora mismo sola en el trabajo desde las 8 de la mañana y se queda hasta las 22.00 con la responsabilidad de todo: ha gestionado personal, material... Han ido por la mañana un médico y una enfermera del ambulatorio y ya le han dicho que iban a avisar a los de arriba porque esto ya no es una residencia... y hay que intervenir ya», exige.
«Los residentes se están deteriorando muchísimo por la situación, no se les hidrata adecuadamente porque no hay medios... y el que no muera del coronavirus lo hará por deshidratación…», añade.
El texto finaliza con una petición clara a las autoridades: «Que se intervenga en la residencia Berra ya. La situación es gravísima».
Desde la Asociación Gipuzkoako Senideak, Beatriz Martínez asegura que les están llegando casos de «petición de ayuda por parte de las auxiliares de estos centros y también de profesionales dispuestos a ayudar con los que no se está contando. Eso, por no hablar de la angustia y el horror que están viviendo familiares y también los residentes, perdiendo a los suyos sin contacto alguno y con poca información». Y denuncia «la situación intolerable en la que se encuentran nuestros mayores y dependientes. Venimos insistiendo en la falta de interés por parte de las instituciones, de Diputación y de las empresas privadas que no están poniendo los medios necesarios».